Probablemente en algún momento habrás pensado “qué paranoica es esta persona”. A veces, hablamos de ideas provenientes de la psicología sin conocer realmente qué implica. Por ello, en este artículo nos centraremos en ofrecer una imagen sobre qué es el trastorno de personalidad paranoide y sobre los sesgos cognitivos de las personas paranoicas.
Los sesgos influyen en la forma de pensar que tenemos y en cómo interpretamos lo que nos ocurre. Todas las personas tienen sesgos cognitivos. Si quieres saber más sobre ellos, cómo nos influyen y conocer cuáles son los sesgos típicos de las personas paranoicas sigue leyendo.
Trastorno de personalidad paranoide
Comenzamos realizando una aclaración: es diferente tener un cierto grado de paranoia a tener un trastorno de personalidad paranoide. Es decir, las personas tenemos rasgos de personalidad compartidos, pero diferimos en el nivel en el que destacan. Por lo tanto, el trastorno de personalidad paranoide serían rasgos paranoides llevados al extremo.
Hay muchas personas que tienden a “poner en cuarentena” la información que ofrecen en los telediarios y contrastar la información. Esto sería un ejemplo de mínimos rasgos paranoides. Por el contrario, si sistemáticamente busca incoherencias en historias de los demás, es muy desconfiado sin argumentos reales, y tiende a pensar que hay una intención maliciosa en la mayoría de cosas que ocurren a su alrededor posiblemente tenga el nivel de paranoia bastante más elevado.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Americana de Psicología, la personalidad paranoide es aquella cuyo rasgo principal es la desconfianza injustificada y sospecha de intenciones maliciosas de los demás. A continuación veremos dos factores claves.
1. En alerta: desconfianza injustificada
La desconfianza en el trastorno de personalidad paranoide se entiende como una forma de actuar e interpretar todas las situaciones en todo momento. Por poner un ejemplo visual, imaginaros un militar en guardia, con la escopeta cargada y vigilando cualquier indicio de peligro. Esta desconfianza se extrapola a todas las áreas de la vida.
Esto produce agotamiento mental de la propia persona ya que se encuentra en un estado de “alerta” constante, en busca de cualquier indicio de traición.Indicios como: miradas, comentarios, hechos, etc que la persona juzga como ataques con mala intención hacia ella misma; ya sea hacer daño o aprovecharse de ella.
La desconfianza suele ser infundada, ya que no existen motivos suficientes sobre los que basarse, a pesar de que analizan escrupulosamente las conductas de su entorno para encontrar justificaciones. Generalmente, el entorno trata de convencerles de que su desconfianza es irracional y fracasa en el intento. Esta desconfianza enmascara miedo a ser criticado, rechazado o traicionado.
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2. Aislamiento social y rencor
Como puedes imaginar, una persona que actúa de esta manera suele acabar generando burnout en su círculo cercano. Es por tanto habitual que sus relaciones familiares, de pareja, amistad y laborales se vean perjudicadas y/o acabadas tras un tiempo de interacción con una persona con un trastorno de personalidad paranoide.
Es por ello que cuando la persona es “abandonada” se genera un sentimiento de rencor y de confirmación de las sospechas: “me ha abandonado y tenía malas intenciones”. Instaurándose así un círculo vicioso en el que debido a la desconfianza acaba provocando el distanciamiento de los demás, y se confirman las ideas (a priori) irracionales sobre los demás. Esto, unido al sentimiento de agravio por resolver genera rencor.
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3. Consecuencias
Muchas personas con este trastorno suelen optar por aislarse física o emocionalmente de los demás. De esta manera, al no establecer lazos afectivos, evitan la decepción y el rencor. Lo cual, sigue perpetuando las creencias del estilo “es mejor evitar a los demás, siempre van a la conveniencia”.
Otra consecuencia suele ser el uso del engaño. De esta forma, pueden mantener coartadas que justifiquen “la frialdad” o las ideas irracionales. Por ejemplo, puede fingir estar muy ocupada para evitar situaciones sociales fuera del trabajo. Es más, suelen buscar trabajos donde pasen desapercibidos o tengan poco contacto con los demás.
Todo ello, genera en suma un inmenso malestar en la persona con este trastorno. Somos seres sociales y necesitamos de los demás para aprender, desarrollarnos como personas, recibir afecto y atención, y apoyo emocional e instrumental. Por tanto, es común que además de este trastorno acaben desarrollando trastornos del estado de ánimo y de ansiedad.
Es más, una investigación reciente ha demostrado contra todo pronóstico que las personas con paranoia tienen un alto sentimiento de pertenencia al grupo. Es decir, se sienten parte de los grupos sociales en los que se encuentran inmersos. Este hecho podría explicarse a través de los sesgos cognitivos, concretamente con el sesgo cognitivo de saltar a las conclusiones.
Entendiendo cómo cambiar este problema: sesgos cognitivos
Amos Tversky y Daniel Kahneman fueron los primeros autores en hablar sobre los sesgos cognitivos y definirlos como “desviaciones sistemáticas del juicio racional“. En otras palabras, errores que se repiten de manera constante en la forma en la que interpretamos lo que ocurre a nuestro alrededor.
Por ejemplo: si vemos a alguien golpear una pared podemos pensar que está enfadado, pero quizás está tratando de cazar un mosquito. De pensar en lo primero habríamos cometido un sesgo cognitivo.
Esto ocurre debido a la economía cerebral. Los humanos atribuimos causa y consecuencia a todo lo que nos ocurre, imaginaros si tuviéramos que hacer esto con todo lo que ya conocemos de forma consciente y sopesada. Gastaríamos mucho tiempo y esfuerzo mental. Por ello tenemos pensamientos automáticos que ahorran esfuerzo.
Es aquí donde los sesgos cognitivos juegan un papel fundamental en los rasgos paranoides de las personas. Los sesgos cognitivos llevan a interpretaciones erróneas de las intenciones de los demás, que acarrean la actitud y comportamiento aislada y paranoide, y las posteriores consecuencias que hemos enumerado. Veámos los principales sesgos cognitivos:
¿Cuáles son los sesgos cognitivos de las personas paranoicas?
Los siguientes sesgos son compartidos por todas las personas, pero en personas con dicho trastorno se encuentra acrecentado por encima de lo habitual y son por tanto factores causales del mismo.
1. Sesgo de atribución hostil y saltar a las conclusiones
En general, suelen saltar a conclusiones relacionadas con la maliciosidad de los demás hacia uno mismo en vez de analizar los hechos y evidencias detenidamente. Por ejemplo, si alguien les pregunta si irán a la cena de empresa probablemente podrían pensar algo así como “seguro que lo dice porque me están preparando una encerrona para cargarme un marrón”.
2. Sesgo de confirmación
Suelen tender a centrar su atención en indicios o “pruebas” que confirmen sus temores. Por lo tanto, acaban recordando únicamente momentos donde han sentido un agravio (o donde realmente los han sufrido), desatendiendo otros aspectos o momentos de sus vida donde no se comete ningún daño hacia sí mismo.
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3. Sesgo de referencia
Este sesgo explica por qué las personas con este trastorno suelen sentirse “en el punto de mira” de los demás en cualquier situación y con cualquier persona. Por ejemplo, si ven a alguien reírse pueden pensar que se están metiendo con ellos. Probablemente, la causa sea otra muy distinta.
4. Sesgo de externalización
O lo que es lo mismo, estas personas atribuyen sus propios problemas y desgracias a los demás. Por lo tanto, aunque ellos mismos con sus acciones se aislen, responsabilizaran de este hecho y del bajo ánimo a los demás: “no me han invitado”, “no quieren nada conmigo”, etc.
5. Sesgo de excesiva certeza
Las personas interpretamos todo lo que nos ocurre, como comentaba con el ejemplo del mosquito y los golpes a la pared. Generalmente, cuando se nos presenta una evidencia en contra a una idea podemos llegar a cambiar de opinión, pero una persona con dicho trastorno siente una excesiva confianza en sus propias ideas. En otras palabras, no distingue hechos de realidades. Por lo tanto, cree absolutamente en lo que piensa y les cuesta mucho contemplarlo de otra manera.
Todos estos sesgos interactúan entre sí, generando un conjunto de creencias y formas de interpretar las situaciones que reafirman las ideas paranoides y forma de actuar de las personas con trastorno de personalidad paranoide. Trabajar estos sesgos en terapia es posible, y son el primer camino hacia una mejora significativa en la calidad de vida de estas personas y de las personas que las rodean.