Los Medici marcaron una etapa definitiva en la historia de su Florencia natal. Símbolos del poder casi absoluto de una ciudad que, sin embargo, todavía se vendía como una república, su riqueza y su red de contactos les permitieron escalar rápidamente los escalones del poder.
Acompañadnos en la historia de la familia más poderosa del Renacimiento florentino.
La Florencia de los Medici y el humanismo
A finales de la Edad Media empieza a perfilarse en las ciudades de la Península Italiana una nueva corriente ideológica, que tendrá su culmen en la Florencia del Quattrocento. Esta corriente, que se ha denominado humanismo, tenía sus raíces en las escuelas catedralicias medievales, como la famosa escuela de Chartres. Sin embargo, no es hasta finales del siglo XIV y principios del XV que el humanismo empezará a tomar fuerza, de la mano de las nuevas corrientes filosóficas.
Antes que en el ámbito artístico, el Renacimiento se dio en el terreno literario y filosófico. Pensadores como Marsilio Ficino (que tradujo la obra de Platón en 1484), Bruni y Pico della Mirandola dieron impulso al neoplatonismo, que intentaron asimilar con la teoría cristiana. Pero, sobre todo, lo que caracteriza principalmente al humanismo renacentista es el hecho de situar al ser humano en el centro de todo.
A diferencia del teocentrismo medieval, en que todo giraba alrededor de Dios, el humanista del Renacimiento entendía que el ser humano, en tanto creado a imagen y semejanza de Dios, era lo más importante de la creación divina y el centro del universo. De la mano de esta nueva concepción de la realidad, el arte pasa a ser a “escala humana”. Las altísimas catedrales góticas dejan paso, pues, a los edificios renacentistas, donde predomina la horizontalidad y cuyas proporciones son más adecuadas a las medidas humanas.
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Florencia a inicios del Renacimiento
A finales del siglo XIV, Florencia se encontraba en un momento de franca prosperidad económica y artística. Su importancia era grande entre las numerosas ciudades estado que salpicaban la todavía no unificada Italia. Sin embargo, en la década de 1390, las tropas de Gian Galeazzo Visconti, duque de Milán, comenzaron a hostigar insistentemente a la República Florentina.
Ante la amenaza milanesa, que ya había tomado bajo su poder ciudades como Siena y Bolonia, Florencia cerró sus puertas, con los perjuicios que suponía este auto-aislamiento para un estado que basaba su riqueza en el comercio. Sin embargo, esta situación no hizo sino potenciar sus valores republicanos, frente al sistema de gobierno principesco que representaban los Visconti.
La incursión de las tropas milanesas se repitió en la década de 1420, cuando Filippo María Visconti repitió el intento de su padre de subyugar a los territorios florentinos. La derrota de los florentinos se evitó a través de la alianza de la ciudad con Venecia, que se saldó satisfactoriamente en 1425.
La República de Florencia era uno de los gobiernos más cuidados de Europa, puesto que, para garantizar las bondades republicanas, los equilibrios de poder estaban escrupulosamente vigilados. Ya hemos comentado que los valores republicanos de Florencia estaban muy claros en la población, que no deseaba de ninguna manera convertirse en un principado, como el de sus vecinos de Milán.
Sin embargo, como veremos en los siguientes apartados, la realidad fue muy diferente. Los Medici empezaron a escalar los renglones del poder y, a pesar de que, nominalmente, Florencia siguió siendo una República, la familia contó con su extraordinaria riqueza para hacer y deshacer a su antojo, lo que convirtió a la República en un principado encubierto.
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Banqueros del Papa y mecenas de artistas
A pesar de que la genealogía de los Medici se remonta hasta el siglo XI, el primer miembro destacado es Giovanni di Bicci de Medici, que fundó la famosa Banca Medici y pasó de ser un simple prestamista a ser el banquero oficial del papado.
Este lucrativo negocio reportó a Giovanni una considerable fortuna que, dejándose llevar por la corriente humanista del momento, supo invertir sabiamente en la creación de fabulosas obras de arte y, sobre todo, en el mecenazgo de artistas de la talla de Masaccio, Brunelleschi y Donatello.
No solo el amor por el arte era el que motivaba este interés. Giovanni sabía, como todos los poderosos, que el arte podía ser uno de los vehículos más rápidos de promoción y de propaganda, por lo que no dudó en sumergirse de lleno en la vida artística florentina.
El patronazgo artístico de los Medici en Florencia, así como el inicio de su ascenso al poder en la ciudad, se inició en 1418, cuando Giovanni encabezó la iniciativa de varios ciudadanos de la barriada de San Lorenzo que deseaban aportar fondos para levantar una parroquia. Cada una de las familias construiría en la iglesia su propia capilla y, evidentemente, Giovanni no iba a ser menos. Con los fondos mediceos se levantó la sacristía, que también fue proyectada desde los inicios como mausoleo familiar.
La ubicación del mausoleo en la nueva parroquia de San Lorenzo no era casual. En el lugar se había levantado una iglesia paleocristiana del siglo IV, consagrada nada menos que por San Ambrosio. El simbolismo religioso de San Lorenzo era, por tanto, mayor que el del Duomo, consagrado posteriormente. Con esta acción, los Medici dejaban muy claro sus pretensiones.
El año de inicio de la construcción de San Lorenzo coincide con el momento en que Giovanni di Bicci de Medici se convierte en banquero papal, lo que, obviamente, constituyó una importante fuente de riqueza para la familia. Fue esta riqueza la que les permitió ostentar, de facto, el poder de la ciudad; y aunque, nominalmente, Florencia seguía siendo una república, los Medici ejercían prácticamente como príncipes. Precisamente, contra lo que habían estado luchando los florentinos desde finales del siglo XIV.
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Símbolos de poder
Los Medici pronto impulsaron una campaña de propaganda a través de las nuevas producciones artísticas, empezando por su propia residencia. Fue el hijo de Giovanni, Cosme, el que dirigió este ascenso imparable que, desde 1434, protagonizó la familia. Nunca ocupó puestos de gobierno, pero sí dirigió desde la sombra la vida política de la República. Un poder semejante requería una simbología adecuada, y Cosme la encontró en los principales artistas del momento.
En 1446, Cosme encarga a Michelozzo la construcción de la residencia familiar, el palacio Medici. El palacio, que absorbió entre sus muros la antigua parroquia de San Lorenzo, se caracterizaba por inspirarse abiertamente, y por primera vez en el arte florentino, en modelos clásicos. Por otro lado, la capilla palatina muestra los magníficos frescos de la Procesión de los Magos, ejecutados por Benozzo Gozzoli y que representan una auténtica apoteosis del poder mediceo, pues la familia se retrató entre los miembros del séquito.
Los frescos se ejecutaron en 1449 y se conservan en el palacio Medici-Riccardi. Entre los Medici representados en la procesión destacan los retratos de Cosme, de Piero ‘El Gotoso’ y un jovencísimo Lorenzo, que posteriormente será aclamado como ‘El Magnífico’.
La aparición de las efigies de la familia en la capilla era una clarísima alusión al poder que ostentaban los Medici en la ciudad. No solo eso: los ubicaba en un marco religioso que “demostraba” su devoción y su magnificencia. No olvidemos que los varones de la familia desfilaban en la procesión con la cofradía de los Reyes Magos, que salía, cada 6 de enero, de la iglesia del convento de san Marcos, donde, supuestamente, se conservaban las reliquias de los reyes. La procesión pasaba por el palacio mediceo, dejando claro con este hecho la situación privilegiada de la familia.
Familias rivales
Como era de esperar, no todos en Florencia querían y admiraban a los Medici. Un poder semejante siempre despierta recelos y envidias, y eran muchas las familias que se disputaban esa situación de poder.
El liderazgo de Cosme topó con los intereses de otra de las familias florentinas, los Albizzi. En 1433, y debido a una acusación de malversación de fondos públicos, Cosme se vio obligado a huir de Florencia. Sin embargo, un año después, fueron los Albizzi quienes cayeron en desgracia y fueron desterrados de Florencia. El poder de Cosme en su ciudad se había redoblado. Ya nadie dudaba de que, si bien técnicamente seguían viviendo en una república, los Medici, con Cosme a la cabeza, eran los señores indiscutibles del lugar.
A la muerte de Cosme, su nieto, Lorenzo, subió al poder. En esta época el enemigo había cambiado: ya no eran los Albizzi la amenaza del poder mediceo, sino otra familia, los Pazzi. Es en este contexto en el que se enmarca la conocida conjura de los Pazzi, un complot orquestado por la familia rival y por el mismísimo papa, Sixto IV. El plan era asesinar al Magnífico cuando salía de escuchar misa en la catedral de Santa María de Florencia. Y aunque Lorenzo se salvó, su hermano Giuliano murió en el atentado. Lorenzo se vengó largamente de sus enemigos; después de darles muerte, hizo colgar sus cadáveres en el Palazzo della Signoria, además de aliarse con Nápoles contra el papa.
La Academia florentina
Cosme de Medici había auspiciado la Academia Careggi, un círculo no “oficial” donde se reunían humanistas seguidores del neoplatonismo impulsado por Marsilio Ficino. La Florencia de los Medici se erige, así, como modelo a seguir para el resto de ciudades italianas, no solo en el ámbito filosófico-literario, sino también artístico.
El nieto de Cosme, Lorenzo, fue el protagonista de una auténtica revolución cultural. Grandísimo mecenas y protector de artistas y pensadores, continuó impulsando la academia florentina, además de hacerse con una vastísima biblioteca de clásicos, abastecida por humanistas como el viajante Giovanni Aurispa.
Con Lorenzo, el arte se imbuye de la filosofía neoplatónica, y las obras de los artistas del momento, como Botticelli o Miguel Ángel, siguen los preceptos desarrollados por la Academia, que tratan temas como el amor platónico o la inmortalidad del alma. Ni siquiera las arengas del dominico Savonarola en contra de estas "banalidades", que sembraron de terror a la República, pudieron con ese universo de belleza y filosofía que suposo que la Florencia medicea.