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¿Qué fue el Trienio Liberal y cuáles fueron sus características?

Te contamos en qué consistió el primer periodo constitucional de la historia de España.

Trienio Liberal

En el momento de escribir este artículo, se cumplen doscientos años del fin del Trienio Liberal (1820-1823), un paréntesis constitucional de tres años que representó un oasis de modernidad en el marco absolutista de la España de Fernando VII. La Revolución Francesa, iniciada en 1789, marcó una senda política cuya fuerza ya no podía revertirse. Europa ya no volvería a ser la misma tras el surgimiento de la conciencia nacional y el poder del pueblo, ideas de las que surgirían los regímenes políticos actuales.

¿Qué sucedió durante el periodo conocido como Trienio Liberal? ¿Por qué tiene tanta importancia en el devenir histórico de España? ¿Cuáles fueron sus características, y quiénes lo llevaron a cabo?

En este artículo trataremos de hacer un resumen del primer periodo constitucional de la historia de España.

¿Qué fue el Trienio Liberal?

La historia es un vaivén de hechos y de personajes que realizan actos y toman decisiones que, de una manera u otra, acaban teniendo resonancia en los nuevos tiempos. España no es ninguna excepción; para comprender en profundidad el turbulento siglo XX español (y también su actualidad) es necesario retrotraernos al siglo XIX, cuando se forjó la realidad dual que ha dominado la nación desde entonces.

Esta realidad dual (conocida como las dos Españas) no se forjó, como muchos creen, en los albores de la Guerra Civil (1936-1939). Para empezar, existieron varias guerras civiles, de las que la del 36 es sólo el capítulo final. El siglo XIX español estuvo salpicado de las guerras carlistas que, supuestamente, tenían su origen en un tema sucesorio. Y, si bien esto es cierto, en estas contiendas ya se perfilaba lo que más tarde se denominaría la España dual o las Dos Españas, identificadas, grosso modo, con un bando conservador, católico y monárquico, y otro de carácter más liberal que, con el tiempo, se fue identificando con el republicanismo.

El Trienio Liberal fue el resultado de la ola constitucional que se había iniciado en el siglo XVIII con la Revolución Francesa, y cuyas reverberaciones todavía salpicaban Europa. De hecho, el mundo no volvió a ser el mismo a partir de entonces. Había nacido el concepto de soberanía popular, que acababa, de un plumazo, con el régimen absolutista que dominaba no sólo España, sino todo el continente, desde el inicio de la Edad Moderna.

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Los antecedentes: Las Cortes de Cádiz y el Sexenio Absolutista

El panorama político español en los albores del siglo XIX estaba dominado por el absolutismo, el régimen típico de la Edad Moderna que se caracterizaba por una monarquía fuerte y centralista, donde el rey, en tanto que ungido por Dios, era el depositario de toda la legitimidad política. En un régimen semejante, por supuesto, no había cabida para la soberanía popular; los integrantes del pueblo no eran ciudadanos, sino súbditos.

Como ya hemos dicho, tras la Revolución Francesa todo empieza a cambiar. Las naciones empiezan a ser conscientes de su realidad política y cultural y, además, empiezan a ver como único depositario del poder político al pueblo. En España, estas ideas fueron vistas como “peligrosas” por los monarcas reinantes, que intentaron detener la vorágine constitucional amparándose, una vez más, en su legitimidad divina.

No podemos extendernos aquí en los sucesos que representaron el prólogo del Trienio. Sí que diremos que, tras la caída de Napoleón y el regreso de Fernando VII a España, se instaura de nuevo un régimen absolutista que elimina los progresos constitucionales conseguidos por las Cortes de Cádiz, que habían elaborado, durante la contienda francesa, la primera constitución española. Con la restauración de Fernando en el trono se inicia, pues, un periodo de monarquía absoluta que se ha conocido como el Sexenio Absolutista (1814-1820).

Una fiebre de levantamientos

La imagen que, comúnmente, tenemos de los pronunciamientos militares es de levantamientos de índole, como mínimo, conservadora. Este era el carácter del golpe militar que se produjo en 1936 y que dio origen a la Guerra Civil Española. Sin embargo, durante las primeras décadas del siglo XIX estos levantamientos tuvieron un claro carácter liberal. El objetivo de todos ellos fue restaurar la autoridad de la Constitución de Cádiz y obligar a Fernando VII a jurar la Carta Magna y gobernar, así, como un rey constitucional.

El primero de estos levantamientos tuvo lugar poco después de la restauración de Fernando en el trono, en septiembre de 1814. El protagonista fue Francisco Espoz y Mina (1781-1836) que, tras el fracaso de su acción, se vio obligado a huir a la vecina Francia para evitar represalias. Más tarde, en 1815, Juan Díaz Porlier, más conocido como El Marquesito (1788-1815), se levantaba en Galicia. Como su predecesor, el golpe fracasa, pero, en este caso, Porlier es ejecutado en La Coruña.

El Sexenio Absolutista se verá salpicado por varios levantamientos más (prácticamente uno por año). Todos estos golpes militares fracasan, y sus protagonistas son ejecutados (Vicente Richart, Luis Lacy, Joaquín Vidal). Hasta que, el 1 de enero de 1820, un joven militar se subleva en la localidad de Cabezas de San Juan, en Sevilla. Se llama Rafael del Riego, tiene treinta y seis años y está al mando del batallón de Asturias, que, por aquellas fechas, se preparaba para acudir a América a reprimir la sublevación de las colonias.

Jura del rey e inicio del Trienio Liberal

Los historiadores se han preguntado a menudo por qué el levantamiento del comandante Riego tuvo el éxito que los anteriores pronunciamientos no habían tenido. Parece ser que el motivo principal fue la pasividad de las autoridades que, a pesar de que debían reprimir la sublevación armada, no reaccionaron con suficiente rapidez.

Así, mientras en Madrid titubeaban, los levantamientos se fueron replicando en diferentes plazas españolas, como en un efecto dominó. En febrero, La Coruña se proclama a favor de la Constitución. Más tarde se le añaden El Ferrol y Vigo.

A principios de marzo, Zaragoza se adhiere al movimiento constitucional, así como Barcelona (11 de marzo) y Pamplona y Cádiz (10 de marzo). A finales de mes, casi todas las ciudades importantes se han sumado al pronunciamiento de Riego y sus hombres. El rey comprende, desde Madrid, que está solo. El 9 de marzo, Fernando VII jura la Constitución de 1812, y se inicia, así, el primer gobierno constitucional de la historia de España.

Doceañistas, realistas y exaltados

En junio, se abre el primer gabinete del Trienio, el “Gobierno de presidiarios”, como lo bautizó el rey, puesto que la mayoría de sus diputados eran antiguos liberales que habían acabado en la cárcel tras la restauración de Fernando en el trono. Con el advenimiento de la monarquía constitucional, salieron de la prisión y se unieron al nuevo gabinete, liderado, entre otros, por el incombustible Agustín de Argüelles (1776-1844), uno de los personajes clave del Trienio.

En todas las ciudades y pueblos de España se celebra la llegada de la Constitución con grandes festejos, en los que la lápida constitucional es sacada en procesión al tañido de campanas, como si de una fiesta religiosa se tratara. Sin embargo, no todos están conformes con el nuevo régimen, empezando por el mismo rey. Fernando no ha sido ni será nunca liberal; lo único que está haciendo al jurar la Constitución es protegerse a sí mismo (el ejemplo de la vecina Francia todavía está muy presente) y ganar tiempo para conspirar a su antojo y en silencio para derrocar el gobierno que él mismo ha aceptado en un acto solemne.

España se divide entre los realistas, partidarios del rey y de la vieja monarquía absolutista, y los liberales, que vitorean la Constitución y a su héroe nacional, Rafael del Riego. Pero pronto, el bando liberal da muestras de escisión interna. Por un lado, están los moderados o doceañistas, llamados así por su participación en las Cortes de Cádiz de 1812, que consideran que la revolución ha terminado y que ya es tiempo de consolidar el nuevo gobierno.

Por otro lado, se hallan los exaltados, de los cuales Riego es uno de sus mayores cabecillas, que no aceptan de ningún modo el final de la rebelión y que presionan para conseguir más cambios. Tan solo un año después de la proclamación del nuevo gobierno liberal, la división es tan acentuada que el fantasma de una guerra civil planea sobre España.

El cénit llega en julio de 1822, con los sucesos de Madrid, recogidos magistralmente por Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales y que enfrentan a realistas con liberales exaltados. En las sombras, Fernando VII conspira con los realistas para derrocar el gobierno liberal, pero oficialmente se muestra adicto al régimen constitucional. Pronto, las potencias europeas llegarán en su ayuda.

Los Cien Mil Hijos de San Luis y el fin del Trienio

Se sabe que Fernando VII contactó por carta con el emperador de Rusia, Alejandro I, para que le ayudara a acabar con el gobierno liberal y le restituyera en el trono como rey absoluto. Por otro lado, se iniciaron también negociaciones clandestinas con Francia, que en aquella época había recuperado la monarquía en la figura de Luis XVIII, el hermano del rey guillotinado.

En octubre de 1822, el Congreso de Verona, en el que participaban las principales potencias absolutistas europeas, acordó que Francia ayudaría militarmente a Fernando VII si este así lo quería. Rusia, la otra gran potencia absolutista, apoyaba la acción. Así que, al año siguiente, 1823, el Duque de Angulema se ponía en marcha con un batallón de soldados que recibió el nombre de los Cien Mil Hijos de San Luis. El objetivo: acabar con la monarquía constitucional y restaurar a Fernando VII como rey absoluto.

Angulema y sus hombres cruzaron el Bidasoa en abril de 1823, y pronto vieron que en España nadie les oponía ninguna resistencia. Así, con el inestimable apoyo de los realistas, los Cien Mil Hijos de San Luis avanzaron por territorio español al grito de Vive le roi!, y el gobierno liberal tuvo que huir al sur, hacia la siempre constitucional ciudad de Cádiz. Lo hicieron con el rey a cuestas, que nunca perdió su papel de víctima.

A finales del verano de 1823, Angulema y los suyos llegan al Puerto de Santa María. El gobierno liberal cae finalmente, y Fernando VII restaura el régimen absolutista. A pesar de que el monarca prometió olvidar todo lo pasado, ese mismo año se inició una represión sin precedentes que llevó al exilio y al cadalso a centenares de liberales, entre ellos el que antaño había sido el héroe de Las Cabezas, Rafael del Riego, que fue ahorcado en la Plaza de la Cebada de Madrid en noviembre de 1823. Empezaba un nuevo periodo absolutista en la historia de España, conocido con el triste nombre de Década Ominosa, que no terminó hasta la muerte de Fernando VII, en 1833.

  • Rújula, P.; Chust, M. (2020). El Trienio Liberal. Revolución e independencia (1820-1823), ed. Catarata
  • VV.AA. Dossier. Los Cien Mil Hijos de San Luis. Francia al rescate de Fernando VII, reportaje de la revista La aventura de la Historia, núm. 294, abril de 2023.

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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