Reconocer que hicimos algo mal y disculparnos por ello no es fácil, y más si la persona que dañamos es nuestro propio hijo en la etapa de la niñez o de la adolescencia, ya que podemos pensar que hacerlo supondrá perder autoridad ante él, pero realmente le estamos enseñando la conducta correcta.
Los padres son modelos de comportamiento para sus hijos; ellos aprenden del exterior y sobre todo de sus progenitores que son las personas más cercanas a ellos. Por tanto, es fundamental que nuestra conducta sea adecuada si queremos que en un futuro la suya también lo sea. Al reconocer ante tu hijo que eres consciente que causaste un daño y que te arrepientes de ello, le estás transmitiendo el modo correcto de proceder
Eso sí, antes de pedir perdón es importante realizar un trabajo individual previo donde observamos y valoramos la culpa que sentimos para poder transformarla en responsabilidad y así no transmitir esta culpabilidad o necesidad de ser liberado al niño. Del mismo modo, para pedir disculpas correctamente debemos reconocer el daño, pero también expresar que procuraremos actuar mejor en un futuro y no cometer el mismo error.
En este artículo hablaremos sobre la importancia de disculparse con nuestros hijos y cómo hacerlo correctamente para que les sirva de aprendizaje.
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La importancia de saber disculparse
Pedir disculpas consiste en reconocer que hemos hecho algo mal y expresar al sujeto que trabajaremos para, en un futuro, actuar mejor. Así pues, pedir perdón no es fácil, se vincula con una fuerte carga emocional de la cual cuesta liberarnos, ya que tenemos tendencia a pensar que reconociendo el daño y disculpándonos por ello nos estamos situando en una posición de debilidad ante la otra persona.
Esta dificultad para expresar la disculpa aumenta aún más cuando el sujeto a quien hemos dañado es nuestro hijo, pensamos que si reconocemos un error, que hemos hecho algo mal, estamos perdiendo autoridad y que lo propio cuando fallamos es actuar como si nada. Pero contrario a esta creencia, la actuación correcta cuando comentemos un error con nuestros hijos es pedirles perdón, utilizando una estrategia adecuada.
Es importante disculparnos con el niño, puesto que en estas edades son especialmente sensibles y se fijan en nuestro comportamiento, aprenden imitándonos y como tal debemos ejercer como buenos modelos para ellos. Los niños entienden y son más conscientes de lo que a veces creemos, se quedan con todo; por tanto, si ante algo que no hemos hecho bien no somos capaces de reconocerlo, le estamos transmitiendo que lo propio es no disculparse y damos a entender también que las relaciones no son valiosos dado que no estamos haciendo nada para arreglarla.
Así que expresar disculpas no entiende de edades, puesto que todo el mundo se puede equivocar inclusive los padres. Pidiendo perdón no solo estás modelando la conducta de disculpa sino que también estás enseñando a identificar los errores, a aceptarlos, a saber expresarlos ante el individuo afectado y cómo mejorar manteniendo el propósito de no repetir el daño.
Reconociendo nuestros errores estamos transmitiendo a nuestro hijo que nadie es perfecto e infalible y que hacer algo mal hecho no es malo, siempre y cuando nos disculpamos por ello y nos esforzamos para mejorar y actuar de un modo más correcto en el futuro.
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Cómo pedir disculpas a nuestros hijos correctamente
Ahora que ya hemos mencionado que lo propio es reconocer cuando hemos actuado mal y pedir perdón a nuestro hijo, veremos como debemos hacerlo y cuál es el modo correcto para que el niño entienda y aprenda bien a pedir disculpas.
1. Realizar un trabajo personal
Primero, antes de disculparnos, debemos reflexionar qué ha sucedido y trabajar el sentimiento de culpa que podamos tener. El propósito de este procesamiento previo, de hacer un trabajo interno propio, es evitar pasarle al niño la culpa, la necesidad que nos libere de ella y pedir compasión.
Es normal que primero nos sintamos culpables por el daño realizado, pero tenemos que afrontar este sentimiento y dejar de autocastigarnos por ello, lo adecuado es responsabilizarnos de lo que hicimos e intentar ver cuál fue la causa para así mejorar. Una vez nos hemos perdonado a nosotros podemos pasar a pedir disculpas al otro.
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2. Hacerse responsable del daño
Es importante que cuando planteemos la disculpa expresemos que nos hacemos responsables del daño y que no culpemos al niño de ello. No es correcto disculparse dando a entender que si la otra persona hubiera actuado distinto tal suceso no habría pasado. Dicho de otro modo, no podemos expresar nuestro arrepentimiento culpando al otro de nuestro mal comportamiento.
El modo adecuado de pedir perdón es afirmar nuestro error y expresar una mejora. Por ejemplo, no es adecuado decirle “Siento haberte gritado, pero si me hubieras hecho caso no lo habría hecho” no utilices “peros”, es más adecuado comunicar “siento haberte chillado, me he puesto nervioso, la próxima vez actuaré mejor.
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3. Plantea una mejora
Como ya hemos visto, para pedir disculpas correctamente no es suficiente reconocer el daño, sino que debemos comprometernos también a mejorar en el futuro. De este modo estamos transmitiendo al niño que de los errores se aprende y estos nos pueden ayudar a conocer que debemos trabajar y cómo conseguir una mejor actuación.
4. Espera el momento oportuno
En ocasiones donde el daño sea menor, como haberle pisado sin querer, sí que es propio disculparse al instante, pero en otras circunstancias donde el problema ha sido mayor se recomienda tomar un tiempo para reflexionar y poder expresar las disculpas correctamente. También permitiremos que el niño se calme y la situación se tranquilice.
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5. Procura que tu lenguaje verbal y corporal sean los adecuados
Cuando hablamos con niños es fundamental que nuestra postura y nuestro lenguaje corporal en general sean acordes a lo que transmitimos para que lo entienda mejor, adaptando nuestra postura a él. Puede ayudarnos ponernos a su altura para mirarle a los ojos, asegurándonos así que captamos su atención y nos escucha, hablarle de manera pausada, utilizando palabras que entienda y que realmente perciba que estamos arrepentidos y le estamos ofreciendo una disculpa verdadera.
6. Transmítele por qué te disculpas
No debemos dar por sentado que la otra persona sabe por qué nos estamos disculpando, y más en el caso de los niños. Es esencial para que comprenda y aprenda correctamente, que le expresemos por qué estamos pidiendo perdón, cuál fue la conducta que hicimos mal y por la que estamos arrepentidos y vincularla con la causa que la generó.
Esto no implica tratar de justificar tu comportamiento, pero sí que es positivo comunicar cómo te sentiste para que él lo entienda mejor y le sea útil para a identificar sus propias sensaciones y darles nombre.
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7. Dale libertad
Como es lógico, no podemos obligar a nadie a aceptar nuestro perdón, aunque este sea nuestro hijo. Cuando nos disculpamos no es con la intención de sentirnos liberados o sentirnos mejor buscando un beneficio propio, sino que lo hacemos pensando en la otra persona. El objetivo de pedir perdón debe ser el acto como tal.
Así pues, comunicaremos nuestra disculpa y dejaremos que el niño procese la situación, tal vez no la reciba bien al principio, pero termine por aceptarlas, permítele que se tome su tiempo igual que lo hemos hecho nosotros antes.
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8. Discúlpate cuando sea pertinente
Es necesario mostrar nuestras disculpas, pero siempre que sea pertinente. Dicho de otro modo, decir continuamente perdón tampoco es adecuado, ya que la palabra o el acto pierde la importancia y el sentido que tiene.
9. Expresar cómo nos sentimos después de pedir perdón
Del mismo modo que comunicamos porque nos estamos disculpando y cuál fue la causa de nuestra mala conducta, también es conveniente expresar cómo nos sentimos después de pedir perdón. De esta forma estamos también reforzando la idea que disculparnos es positivo y genera en ti una buena sensación y te da paz.
Plantearlo como algo positivo y que produce buenas consecuencias aumenta la posibilidad que en el futuro el niño utilice y realice tal conducta, es decir se disculpe.
El modo correcto de disculparnos
Así pues, la manera correcta de pedir disculpas a nuestro hijo sería: primero procesar y reflexionar uno mismo sobre la situación y perdonarse, transformando la culpa en responsabilidad; a continuación expresamos el arrepentimiento escogiendo el mejor momento y con las palabras adecuadas; debemos comunicar por qué lo hacemos, cuál es la causa de la disculpa, qué generó tal daño y cómo pretendemos mejorar en el futuro; y posteriormente damos a conocer cómo nos sentimos ahora y nos aseguramos que el niño ha entendido el mensaje.
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