En los últimos años ha aumentado la preocupación por la salud mental infantil. Parece que cada vez hay más casos de ansiedad y otras dificultades emocionales que acaban derivando, a veces, en problemáticas graves. Lamentablemente, son muchos los niños y adolescentes que sufren.
Como cada vez hay más conciencia sobre las dificultades emocionales, cada vez más padres, madres y educadores tienen interés por aprender herramientas que les sirvan para poder acompañar a los más pequeños en los momentos más difíciles.
Los beneficios de la actividad física no son ningún secreto hoy en día. Por ello, se han estudiado en diversas ocasiones los efectos del ejercicio en la salud mental infantil. Esta puede ser una gran herramienta y a lo largo de este artículo exponemos los aspectos más importantes a tener en cuenta.
¿Por qué el ejercicio influye en la salud mental de los niños?
La mayor parte de la población, hoy en día, conoce los múltiples beneficios que la actividad física aporta a la salud en general. Dichos beneficios se pueden observar tanto en mayores como en pequeños.
El movimiento, además de todos los beneficios que aporta a nivel de exploración y aprendizaje, permite a los niños y las niñas regular sus emociones y su sistema nervioso. El ejercicio aumenta el riego sanguíneo cerebral y estimula la liberación de endorfinas y serotonina, entre otros.
Como consecuencia de los cambios que se producen a nivel cerebral, se dan una serie de acontecimientos beneficiosos que ayudan a proteger la salud mental de los niños y los adolescentes. Hablamos de estos beneficios en el próximo apartado.
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Beneficios del ejercicio en la salud mental infantil
La regulación de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y las endorfinas produce una mejora del estado de ánimo, una disminución de la ansiedad y fomenta el adecuado desarrollo cognitivo.
Además, las criaturas que realizan ejercicio físico se benefician de una mayor calidad en el sueño y una mejor capacidad para concentrarse y regular el estrés. Puesto que el cerebro infantil se encuentra en un periodo crítico del desarrollo y aprendizaje estos beneficios son todavía más intensos.
Por si todo esto fuera poco, la evidencia científica también señala que el movimiento físico puede potenciar la socialización y el desarrollo de habilidades sociales, la autoestima y la regulación emocional.
Un estudio señala que la actividad física realizada a los 11 años puede estar directamente relacionada con la probabilidad de recibir (o no) un diagnóstico psiquiátrico a los 18. Además, se observó que los deportes organizados se vinculaban con un 23% menos de depresión y un 40% menos de ansiedad.
En este sentido, otra publicación reciente confirma que se han observado mejoras significativas tanto en niños que sufrían ansiedad como depresión cuando participaban en programas de ejercicio estructurado. En otra publicación, se señalan efectos importantes sobre la resiliencia emocional, el bienestar y la reducción de la ansiedad cuando al realizar de 30 a 60 minutos de ejercicio mínimo tres veces por semana.
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¿Qué tipo de actividad física es más recomendable?
Es importante tener en cuenta que no toda la actividad física es igual y que cada persona debe encontrar aquella que más se adapte a sus necesidades a lo largo de la vida, pero especialmente en la infancia.
No obstante, la evidencia científica sugiere que en función del tipo de ejercicio que se realiza, pueden variar los efectos obtenidos en la salud física, mental y emocional.
Por ejemplo, en un análisis publicado recientemente se observó que la ansiedad mejoró a través de ejercicios de resistencia de baja intensidad como los circuitos suaves o las pesas livianas; mientras que la depresión mejoró con el entrenamiento de intensidad moderada y de resistencia (combinando programas aeróbicos y de fuerza).
Se sabe que el ejercicio aeróbico (correr, montar en bicicleta, nadar, etc.) mejora el estado de ánimo, mientras que las actividades como el yoga o el tai chi, que aúnan el cuerpo y la mente de forma consciente, son especialmente beneficiosas para la regulación emocional y la reducción del estrés.
Los deportes grupales fomentan la cooperación, las habilidades sociales y ayudan a crear un sentido de pertenencia. Y, por supuesto, el juego libre en la infancia estimula la creatividad, la exploración del entorno, la seguridad e incluso otros aspectos como la interacción social, la cooperación y la resolución de conflictos.
Recomendaciones para padres, madres y educadores/as
Lamentablemente, una gran parte de los niños y niñas hoy en día dedican poco tiempo de su día a día al ejercicio físico. Es importante tener en cuenta que realizar ejercicio físico no implica necesariamente tener que practicar un deporte reglado concreto.
Padres, madres y educadores/as pueden potenciar el movimiento físico y la actividad de muchas formas que no requieren de equipamientos costosos, horarios rígidos, inscripciones a clubes deportivos o compromisos todas las semanas.
Lo primero a tener en cuenta es que al permitir el juego libre de las criaturas ya estamos fomentando que se mantengan activos. Es especialmente interesante que esto se produzca al aire libre y, por ello, puede ser realmente útil potenciar las excursiones o caminatas por la naturaleza.
Puesto que las rutinas también son importantes para el desarrollo cognitivo y emocional, quizá puede ser de ayuda incorporar el ejercicio en un horario establecido. Esto, con mucha probabilidad, ayudará a que se haga ejercicio de forma más regular. Además, pueden introducirse pausas activas entre clases o en el rato de estudio y de hacer deberes.
Otro aspecto crucial es minimizar al máximo posible el uso de pantallas, puesto que fomentan un estilo de vida sedentario y tienen otras muchas consecuencias negativas para el desarrollo de las criaturas. Por último, es importante que valoremos el esfuerzo y la participación en las actividades por encima del resultado si queremos motivarlos. Se trata de que el ejercicio sea una experiencia positiva, que disfruten, y que no lo vivan como un castigo.