Que las organizaciones apunten a la protección y al cuidado del capital humano no solo aporta un beneficio para la misma organización y sus miembros, sino que deja huellas dentro del ámbito de la sociedad misma, debido a que esta nueva mirada tiende a orientarse a la búsqueda del fortalecimiento desde todos los ámbitos, orientado al respeto de la salud mental.
Reconocer el impacto que el 'Blue Monday', la vuelta de las vacaciones o el resultado de tantas horas dentro de una organización (sea de modo virtual o presencial) puede tener en sus empleados, hoy es casi un derecho implícito de todos los que las conforman, no importa en qué nivel jerárquico se encuentren.
A veces solo se trata de fomentar distintas formas de evaluación, registro, o comunicación, pero sobre todo se trata de lograr la empatía necesaria que nos permita relacionarnos de manera saludable y esta es una habilidad posible de entrenar. Siempre podemos aprender y generar nuevos activos que nos permitan crecer, cambiar y adecuarnos a los tiempos.
De esta forma, una cultura laboral que se centre en la prevención de las enfermedades mentales y fomente el autocuidado tiene un valor incalculable para todos.
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Un nuevo paradigma en el mundo laboral
A medida que los tiempos corren las necesidades y requerimientos son diferentes, pero en ellos el cambio siempre está incluido. Es el cambio el nuevo paradigma de la época que hoy nos toca transitar y es en esa línea de devenir donde somos conducidos inexorablemente.
Cambió la forma de amar, de alimentarnos, de trabajar. Las inversiones ya no son todas tangibles, nuestras preocupaciones viraron su rumbo. Hoy estamos más atentos a hacer que nuestra vida y que el paso por ella sea más satisfactorio, donde vida privada, familiar y laboral se encuentren equilibradamente entrelazadas.
El tiempo libre, el ecosistema y el disfrute ya no se encuentran relegados por el trabajo, y si desde la misma organización no le damos espacio a ese nuevo desarrollo, el capital humano se verá deteriorado, sin gusto por trabajar y las rotaciones serán más frecuentes, algo que ya estamos viendo sobre todo en la generación millennial y la siguiente. Hoy para bien o para mal somos más conscientes del paso apresurado del tiempo y lo corto que es el día.
Cambiar es salud, es crecer, y es el antídoto al temido envejecimiento, en una sociedad que también se tornó extremadamente competitiva. Es importante relevar y orientarnos a primero entender y luego aplicar que el concepto de competir debe transformarse en la superación con uno mismo. Centrarnos en lograr nuevas condiciones de trabajo adaptadas a este siglo es tarea de líderes. Sean aquellos que por su función se encuentren en ese lugar en la organización, líderes de una familia, de un grupo o de micro grupos.
Es decir, todos podemos ser líderes y promotores de cambio, solo hace falta entrenarnos en este nuevo espacio con nuevas perspectivas personales y sociales. Hoy parte del cambio es devolverle o generar en la sociedad en la que vivimos un mejor espacio, un espacio de ejemplo y de conducción participativa, sin dejar de orientar, pero con diferentes faros, mucho más inclusivos.
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Salud mental y trabajo
Hace tiempo que dejó de ser tabú el tema de padecer estrés, crisis de ansiedad o enfermedades psicosomáticas; hoy los ansiolíticos prácticamente salen del grifo de la cocina, así de mal estamos, todos lo sabemos. Se trata solo de mirar hacia los costados. Los que trabajamos en salud mental lo vemos en la diaria, gente joven y no tanto que comienzan a dar señales de malestar psíquico, encontrados en una encerrona entre lo que se espera de ellos y lo que ellos mismos creen que deberían ser, dejando de lado quienes quieren y pueden ser, de manera tal que encontrar un lugar; su lugar dentro y fuera de la organización es un proceso de descubrimiento que es necesario alcanzar.
La cantidad de personas medicadas aumentaron, y las crisis de ansiedad son sufridas a veces en silencio y con vergüenza. La población millennial está sintiendo el resultado de la educación de padres extra protectores que con las mejores intenciones allanaron sus caminos, evitándole mínimos obstáculos que restringieron la capacidad de crecimiento interno y de superación de las pequeñas dificultades, germen estas de la construcción de autoestima y bienestar. Confuso resulta el criterio que la superación se trata de medirse con otro, en vez de intentar superarse a sí mismo, a través y junto con los otros, no a pesar de otros.
¿Qué hacer?
Darle un espacio a la salud mental dentro de la organización debería ser una cuestión no solo de la propia empresa, sino también un tema de salud pública. Crear condiciones de trabajo que permitan desarrollar en cada individuo o grupo nuevas habilidades, desarrollando las que ya tienen, es apuntar a la prevención de una nueva pandemia que se viene gestando.
Para esto necesitamos un plan que corresponda a cada lugar en particular. Convendría entender a la empresa como un individuo, con su historia, su cultura, sus valores y sus propias formas, tal cual como somos cada uno de nosotros, como individuos únicos. Venimos de un lugar y naturalizamos sus conductas, así sucede con las empresas. Hacer foco en este análisis permitirá entender esta singularidad que favorece la mejora continua.
Los empleados públicos soportan un mito de cómo es su funcionamiento y qué esperar de ellos, así también los miembros de empresas multinacionales. Romper creencias y transformar viejos paradigmas es el camino hacia una mirada integradora y participativa.
Pero nada de esto se hace a tontas y a locas, es necesario armar un plan coherente, real y ajustado a cada cultura, midiendo tiempos y logros desde otros ejes donde la autoevaluación forme parte de un plan más general. Necesitamos vencer y convencer de que la resistencia al cambio es el virus, y que la vacuna es la transformación participativa y responsable de una nueva realidad en la que todos formamos parte.
Existen muchas maneras prácticas de resolución de conflictos inmediatos, asesoramiento, talleres, jornadas, todos orientados al cuidado pero sobre todo a la prevención de la salud mental. Pero es condición que todas estas medidas partan de un plan mayor, ideado a conciencia y con conocimiento de factores influyentes dentro de cada cultura organizacional y momento social. La empresa como emergente social no es ninguna novedad, pero el recrudecimiento de la patología en ella, hoy si es un tema que se destaca.
Es tiempo de dejar de emparchar situaciones y vender espejitos de colores con soluciones transitorias. Dedicarnos a hacer un análisis más profundo de la situación puede que lleve un poco más de tiempo de preparación, es cierto, pero el objetivo es poder dar mejoras reales y duraderas, y que no solo alcancen al ámbito laboral, sino también a lograr que los mismos miembros de la organización sea cual fuere, puedan trasladar a sus hogares la nueva visión que se les ofrece, es esta una forma de llegar a la sociedad toda, de manera tal que estemos incluidos tanto en las soluciones y no solo en las críticas.
Una empresa formadora en criterios, en aprender a resolver y unir distintas perspectivas, es a la larga más barata que solo la que da placebos transitorios. Cuando nos sentimos parte del cambio lo asimilamos con facilidad simplemente porque no se trata de imposición, sino de participación contenida, regulada y consensuada.
Como en todo liderazgo, habrá que formar a las personas que lleven el proceso en esta dirección. Incluir la participación sobre todas las cosas, pero junto con ello el respeto por las diferencias, el no suponer que las cosas nos pasan a nosotros solos, entender que hay otros que están sufriendo y viviendo lo mismo, nos da por la naturaleza misma de las cosas, un sentimiento de pertenencia que tiene beneficios para todos, sentir que tenemos la camiseta de la selección puesta nos hace gozar del resultado, pero también nos incluye en la disciplina del entrenamiento.
Silvana Weckesser
Silvana Weckesser
Magister En Psicología. Especialista en Clínica.Escritora
No competimos con otros, aprendemos de otros y nos superamos, porque allí está el bienestar, la confianza y es la participación la que nos hace sentir seguridad en creer que cuando ganamos, el premio es para todos.