El acúfeno o tinnitus es un problema tanto para el médico como para el paciente, clásicamente definido como la percepción de uno o varios sonidos sin que exista fuente de emisión externa.
Si su percepción es de sólo unos segundos puede considerarse como normal, pero si dura varias horas o días es necesaria la consulta con un especialista en otorrinolaringología. Se calcula que en España más de 800.000 personas lo padecen.
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Tratamientos del tinnitus
Las causas, así como los tratamientos, son múltiples, pero lo más importante sigue siendo hacer un diagnóstico correcto y descartar las causas orgánicas.
Es fundamental valorar el componente psicoemocional del acúfeno. La visión del terapeuta debe ser multidisciplinar, basada en la intervención del otorrinolaringólogo, el psicólogo o psiquiatra y el audiólogo o udioprotesista.
Dentro de las terapias encontramos: la farmacología, estimulación vagal, la terapia de estimulación acústica, la Terapia transcraneal magnética, la terapia de entrenamiento y habituación psicológica, y la láser foto terapia, que actúa biológicamente con cambios propios físico-químicos. En cualquier caso, será el especialista médico quien valore el tratamiento adecuado para cada paciente.
Estimulación vagal y su efectividad en el tratamiento de los acúfenos
La estimulación vagal trata de regular los núcleos vagales del tronco cerebral a través de la estimulación de las terminaciones que este sistema tiene en el pabellón auricular.
La función de mantenimiento del equilibrio funcional interno (homeostasis) depende del sistema nervioso autónomo, el cual participa de la llamada "expresión fisiológica del estrés". Con la ayuda de la estimulación vagal es posible compensar la situación de estrés físico y psíquico derivado de múltiples situaciones.
La estimulación vagal está especialmente indicada para tratar alteraciones relacionadas con la ansiedad y/o el estrés como son los acúfenos, el tratamiento de conductas compulsivas y adicciones, los trastornos del sueño, los trastornos del estado de ánimo, así como para el tratamiento de procesos dolorosos.
Se trata de un tratamiento amable e indoloro que resulta muy eficaz y cuenta con un gran número de literatura que refleja sus beneficios y eficiencia.
Muchos de los acontecimientos que nos ocurren en nuestra vida pueden calificarse de estresantes. Un fenómeno estresante, según la OMS, es “todo aquel que genera reacciones en el organismo para prepararlo para la acción o, lo que sería lo mismo, prepararlo para adaptarse a una nueva situación”. Lo más novedoso en toda esta cuestión es que, actualmente, sabemos los tipos de reacciones o cambios que se producen y dónde lo hacen.
Estamos sometidos a muchas situaciones de estrés (impactos emocionales, vivencias que generan una tensión excesiva, preocupaciones prolongadas, tratamientos agresivos, incluso una forma de vivir demasiado rápida y con muchas dificultades) y por tanto abocados a que nuestro organismo genere reacciones y desequilibrios funcionales internos.
La función de mantenimiento del equilibrio funcional interno (homeostasis) depende del sistema nervioso autónomo, que está compuesto por dos subsistemas: el Sistema Nervioso Parasimpático (SNP) y el sistema nervioso simpático (SNS). Este sistema de regulación esencial es complejo y está formado tanto por núcleos situados en el sistema nervioso central como por nervios que contribuyen a la regulación de diversos órganos diana.
La percepción de supuestas agresiones y de amenazas para nuestro sistema biológico provoca una disminución del tono vagal y un aumento del tono simpático y, este desequilibrio es el que puede utilizarse para elaborar las definiciones de estrés.
Este desequilibrio de nuestro propio sistema autónomo puede provocar la aparición de diversas patologías, entre otras, el tinnitus, que, si responde a una base patológica ansiógena, resulte apropiado para recibir la Terapia de Estimulación Vagal con resultados satisfactorios.
Si muchas de las circunstancias ya mencionadas en este articulo y que se han denominado estresantes generan una modificación en nuestro equilibrio fisiológico interno (por disminución del tono parasimpático vagal, lo cual genera síntomas de muy variada índole), pero también situaciones que pueden cronificarse y, por lo tanto, con la capacidad de producir secuelas, es lógico pensar que si apuntalamos el tono vagal, mediante su estímulo a través del pabellón auricular, se pueden evitar tanto la severidad de los síntomas derivados del desequilibrio, como la aparición de algunas de estas manifestaciones y posiblemente la cronificación de estas alteraciones que generarán las secuelas.