Probablemente, si pensamos en arte prehistórico o arte del Paleolítico, lo primero que nos vendrá a la mente es la llamada pintura rupestre. Pero, si bien es cierto que se trata de una de las manifestaciones artísticas más sorprendentes y conocidas de este periodo, no constituye la más abundante, ni mucho menos la única.
Acompáñanos en este recorrido por el arte del Paleolítico, las primeras manifestaciones artísticas de la humanidad.
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¿Cuáles son los orígenes del arte del Paleolítico?
En los últimos años, ha ido ganando adeptos la teoría de que el Homo Sapiens no fue el primer ser humano en crear arte. A la luz de los estudios más recientes, este honor recae en su primo más cercano, el Hombre de Neandertal, que vivió durante el Paleolítico Medio (200.000 – 35.000 a.C.).
Estas primeras manifestaciones artísticas neandertales se han hallado en tres cuevas españolas: La Pasiega, en Cantabria, Maltavieso, en Extremadura, y los Ardales, situada en Andalucía.
En las tres se encontraron pigmentos artificiales en las paredes, cuya datación científica se situó alrededor del 64.000 a.C., es decir, en la época en que los Neandertales poblaban Europa.
La polémica estaba servida. ¿Eran estos pigmentos realmente intencionados, o sólo constituían el resultado de un deterioro de los minerales de la cueva? Sea como fuere, todo parece apuntar a que los neandertales poseían una evidente capacidad simbólica, plasmada en rituales religiosos y de enterramiento, lo que parece otorgar peso a la teoría de que también tenían creatividad artística. Por otro lado, los adornos corporales que se han hallado, realizados con conchas y huesos de animales, corroboran la hipótesis de que, efectivamente, el neandertal era capaz de expresarse artísticamente.
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La gran explosión del arte: el Paleolítico Superior
Lo que no arroja ningún género de duda es la existencia de arte durante el último periodo del Paleolítico, conocido como Paleolítico Superior (a. 35.000 – 9.000 a.C.). En este periodo, el hombre moderno, el Homo Sapiens, ya se ha extendido, procedente de África, por todo el globo, por lo que se pueden hallar manifestaciones artísticas en muchos lugares del planeta. Sin embargo, Europa es donde más restos artísticos paleolíticos nos han quedado.
Con relación al arte rupestre o arte parietal, la concreción geográfica es mucho más específica: las regiones de la actual Francia y la cornisa cantábrica, con algunas otras manifestaciones en el litoral mediterráneo y la Meseta central. ¿Por qué el arte de las cuevas se halla tan restringido? ¿Qué sucedió con las otras regiones europeas, donde también habitaba el Homo Sapiens? ¿Por qué el arte rupestre se concentra en las zonas anteriormente citadas?
Una explicación probable es la pervivencia de la glaciación en el norte del continente, de la que sólo se libraba la franja costera del mediterráneo. En estas regiones, el clima empezaba a ser ya bastante templado, augurando el nuevo periodo que vendría con el Neolítico. Sin embargo, esta razón no explica por qué se han conservado numerosos ejemplos de arte mueble en zonas alejadas de la franja templada, como son el Danubio, el Don y el lago Baikal.
De hecho, el arte mueble es mucho más abundante que el rupestre, y encontramos testimonios por toda Europa: estatuas femeninas vinculadas tradicionalmente al culto a la fertilidad, herramientas con decoraciones y grabados, adornos corporales… Mucho se ha hablado del supuesto significado de estos objetos: ¿tenían un fin ritual, o meramente estético? De esto hablaremos en otro punto.
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El arte rupestre o arte parietal
Rupestre proviene de la voz latina rupes, que quiere decir “roca”. Fue la primera denominación que se le dio al arte plasmado en las paredes de las cuevas, aunque actualmente también se le conoce como arte parietal, de “pared”. Una cosa que debemos tener muy presente es que el término arte rupestre no se circunscribe solamente al arte prehistórico, pues la decoración de paredes pervivió mucho tiempo después del fin del Paleolítico. Por otro lado, y como ya hemos apuntado en el anterior apartado, tampoco debemos pensar que todas las manifestaciones artísticas de este periodo son rupestres, pues ya hemos visto cómo también existía el arte mueble, es decir, el arte transportable.
La Dra. María Isabel Rodríguez López tiene un magnífico ensayo sobre el arte del Paleolítico Superior. Siguiendo los estudios del profesor Ripoll, la doctora Rodríguez expone las cinco técnicas artísticas que siguieron los seres humanos del periodo:
- La primera de ellas es la conocida con el curioso nombre de macaroni: marcas digitales realizadas sobre superficies de arcilla.
- La segunda, los grabados sobre material duro, efectuados con herramientas de sílex.
- Una tercera técnica que consiste en relieves.
- La cuarta, la escultura de bulto redondo, cuyo máximo exponente son las Venus Paleolíticas.
- Y, finalmente, una quinta técnica, que es la que nos ocupa en este apartado, que no es otra que la pintura polícroma, roja, negra u ocre de las cuevas, pero que también se puede encontrar en huesos de animales.
Las grandes manifestaciones de arte parietal o rupestre son las de Lascaux, en la Dordoña francesa, y las de Altamira, en Cantabria, España. Las primeras fueron descubiertas en 1940 por unos adolescentes que buscaban a su perro perdido, y pronto adquirieron enorme popularidad por el asombroso naturalismo de su ejecución.
En las grutas de Lascaux se hallaron más de 2.000 representaciones de 20.000 años de antigüedad. Las figuras más abundantes son las de animales, especialmente de caballos, mamuts, ciervos y bisontes, que constituyen el leitmotiv más evidente del arte rupestre del Paleolítico. Encontramos representaciones similares, aunque estéticamente muy diferentes, en Altamira, España, donde, en el siglo XIX, se descubrieron también fortuitamente unas cuevas, cuya Gran Sala o Sala Central alberga un tesoro artístico inigualable.
Las representaciones humanas son posteriores. Las primeras suelen ser de índole femenino, especialmente representaciones de vulvas, símbolo inequívoco de la fertilidad. Bastante abundantes son también los personajes híbridos, es decir, hombres con atributos de animales, a menudo identificados con tótems de la tribu o con figuras chamánicas ejecutando un ritual.
De cualquier manera, en su gran mayoría la pintura rupestre del Paleolítico carece de sentido narrativo, aunque con notables excepciones, como el famoso hombre atacado por un ciervo de la cueva de Lascaux. Lo más usual, sin embargo, es que las representaciones están yuxtapuestas y no se relacionen entre sí.
¿Qué función tenían estas representaciones artísticas prehistóricas?
Al margen de los testimonios de las cuevas, realmente escasos, las manifestaciones artísticas del Paleolítico que más abundan son las de arte mueble, es decir, transportable. Especialmente famosas son las Venus, estatuillas de pequeño tamaño realizadas con materiales diversos que representan figuras femeninas con atributos sexuales exagerados, que se han venido relacionando con un culto a la fertilidad y a la Gran Diosa.
El significado real de estas representaciones, empero, sigue sin estar claro. No sólo el de las Venus, sino también el de las pinturas de las cuevas (especialmente, los enigmáticos signos y formas abstractas que acompañan a menudo a los animales), así como los adornos de las herramientas de uso cotidiano. ¿Tenían su origen en un ritual? ¿Eran, por tanto, de índole religiosa?
En el trabajo citado de la Dra. Rodríguez López se presentan algunas hipótesis barajadas por los estudiosos de la Prehistoria, que, por cierto, es una disciplina relativamente reciente. G. H. Luquet propuso la teoría de la creación artística como un impulso espontáneo de adorno, es decir, meramente estético. Por su parte, en 1906, W. Worringer lanzó la idea de la “ansiedad cósmica” como origen del arte; en otras palabras, fruto de una necesidad espiritual.
En 1903, Salomon Reinach publica su obra L’art et la magie, donde relaciona el arte del Paleolítico con la magia. Según esta teoría, los animales plasmados en las superficies de las cuevas no serían otra cosa que invocaciones de lo que el ser humano prehistórico deseaba: una buena caza. De igual forma, los elementos como las vulvas o las estatuillas femeninas con órganos sexuales exagerados tendrían conexión con el deseo de la fertilidad del grupo y la perpetuación de la tribu.
Por desgracia, los hombres y las mujeres que crearon el arte del Paleolítico no dejaron nada escrito que nos dé una pista acerca de sus intenciones, ya que la escritura todavía tardaría mucho en llegar. Deberemos, por tanto, resignarnos al misterio. Quizá esto, en lugar de un problema, sea uno de los grandes atractivos de las manifestaciones artísticas del ser humano prehistórico.