Es posible que no exista una denominación para un periodo artístico más generalista que el concepto de prerrománico. La palabra hace referencia a un supuesto estilo homogéneo que se dio en Europa en la época que comprende desde la caída del imperio romano hasta la aparición del primer románico, en el siglo XI.
Pero ¿qué es el prerrománico en realidad? ¿Podemos hablar efectivamente de un estilo concreto cuando hablamos de los primeros años de la Edad Media? En este artículo vamos a repasar brevemente cinco siglos de historia del arte que se han venido considerando una especie de cajón de sastre cuando, en realidad, ofrecen múltiples y variadas características.
¿Qué es el arte prerrománico?
El denominado arte prerrománico abarca desde la caída del imperio romano (siglo V) hasta mediados del siglo XI. Sin embargo, esta es una nomenclatura relativamente reciente, puesto que la primera historiografía del arte seguía al arqueólogo Charles de Gerville (1769-1853), el primero en usar la palabra románico para referirse a la arquitectura realizada en los siglos posteriores al imperio romano y hasta la llegada del gótico.
De hecho, el término románico se venía utilizando desde el siglo XVIII para denominar a las lenguas aparecidas a partir del latín. Más tarde, el lingüista François-Juste-Marie Raynouard (1761-1836) especificó que estas lenguas modernas estaban también enriquecidas por otras familias lingüísticas, como podrían ser el árabe o el euskera (que influyeron en el castellano), o las lenguas germánicas en caso de otras lenguas romances.
En un claro paralelismo con la evolución del lenguaje, algunos historiadores identificaron las obras de arte ejecutadas después de la caída del imperio romano con la aparición de las lenguas romances. Es decir; se relacionaba la expresión artística de los primeros siglos de la Edad Media con una evolución del arte romano. De ahí la expresión románico, cuya etimología se ve mucho más clara si tomamos la denominación anglosajona romanesque; o sea, algo así como como un arte pseudo-romano. Salvando las distancias, algo de razón hay en ello, puesto que podríamos decir que el arte románico es al arte romano lo que las lenguas romances son al latín, ya que, dependiendo del territorio, se observan unas diferencias estilísticas muy claras.
¿Qué es, pues, el prerrománico? Hemos dicho que, para la historiografía tradicional, no existía más que el románico, el arte que sucedió a Roma y dominó Europa hasta la aparición del arte gótico. Sin embargo, ¿podemos llamar románico a la arquitectura carolingia, por ejemplo? ¿Y al arte que dominó el norte de la península hispánica, también conocido como arte astur?
Evidentemente, estas manifestaciones artísticas poco tienen que ver con el románico aparecido durante el siglo XI. La problemática era evidente, por lo que, a principios del siglo XX, se empezó a cuestionar la validez del término para un periodo de tantos siglos.
Así, el historiador del arte Jean Hubert (1902-1994) propuso, en 1938, el término Art Préroman para concretar el estilo anterior al románico, una denominación que se generalizó con rapidez y que, actualmente, todavía tiene gran peso en los libros de arte.
- Artículo relacionado: "¿Cuáles son las 7 Bellas Artes? Un resumen de sus características"
La artificialidad de un término
Los artesanos que trabajaban en la Edad Media no eran conscientes, por supuesto, de que pertenecían a un estilo que más adelante se denominará románico. La falta de consenso de la historiografía actual con respecto a qué comprende el término románico y la clasificación de los periodos que lo constituyen, hace que, a la postre, sea extremadamente difícil acotar también los límites del término prerrománico.
Si seguimos la teoría de Gerville y consideramos que el románico empieza con la caída del imperio romano, entonces deberíamos denominar prerrománico al arte que se realiza durante la época romana e incluso anterior, lo que resulta realmente absurdo. De una manera más lógica, tendríamos que acudir a la acotación de Jean Hubert y considerar prerrománico al arte realizado antes del siglo XI, en el que existen numerosos estilos y corrientes, aunque esta acotación, hoy en día, también está siendo cuestionada por la historiografía del arte.
De todo ello, una de las cosas que se deduce es la artificialidad de algunos términos. Tal y como sostiene Gombrich en su inmortal obra La historia del arte los años comprendidos entre el final de Roma y la llegada del románico no dieron como fruto un estilo homogéneo, más bien al contrario. Estamos en una Europa fragmentada, en la que la unidad del imperio no es más que un vago recuerdo.
En el reino visigodo de Toledo se fragua un arte muy personal, así como en el norte de Hispania, tras la conquista musulmana, con el nacimiento del arte astur. Más tarde, con el imperio de Carlomagno, se produce uno de los primeros renacimientos medievales, el Renacimiento Carolingio, y así con un largo etcétera.
- Quizás te interese: "Las 8 ramas de las Humanidades (y qué estudia cada una de ellas)"
Las múltiples influencias de diversas corrientes artísticas
En los primeros siglos del (mal) llamado prerrománico encontramos, pues, una multitud de corrientes que se influyen entre ellas, y de ninguna manera podemos hablar de un arte único. En la Irlanda e Inglaterra del siglo VII, los monjes cristianos adaptan la estética de los invasores germanos, especialmente en los manuscritos, cuyo máximo exponente es el llamado Evangeliario de Lindisfarne. En las páginas de este manuscrito encontramos una cruz realizada con motivos de dragones y serpientes entrelazados, inspirados directamente en el arte de estos pueblos nórdicos.
En paralelo a esta influencia bárbara pervive en la Europa prerrománica la cultura clásica. Esto es algo que no podemos olvidar, puesto que la Edad Media no supuso, en absoluto, una ruptura con la antigüedad, sino más bien una continuación reinterpretada. Uno de los casos más sobresalientes en este sentido es el Renacimiento Carolingio, una época de esplendor y resurgimiento cultural acaecida en el imperio de Carlomagno (a. 747-814).
El rey de los francos, coronado finalmente emperador por el papa en la Navidad del año 800, se consideraba sucesor legítimo de los emperadores romanos, por lo que su proyecto cultural se basó en recuperar y afianzar la sabiduría clásica.
Uno de los mayores monumentos del arte carolingio es, sin duda, la iglesia de Aquisgrán, la capital del imperio. La tipología del edificio se inspira en la basílica bizantina de Rávena, de la cual Carlomagno solicitó permiso papal para que le enviaran piezas de mosaico y otros objetos.
Sin embargo, si bien es cierto que la influencia de San Vital de Rávena es evidente, Isidoro G. Bango ha sugerido una serie de diferencias, entre las que resalta la verticalidad de la basílica italiana y el predominio horizontal en el caso de la capilla de Aquisgrán.
Otro de los renacimientos medievales al que ya apuntaron historiadores del arte como Gombrich y Panovsfy es el Renacimiento otoniano, que se produce durante el reinado de Otón I, coronado emperador en 962. Como tal, se erige como el sucesor de Carlomagno y su proyecto de renovación cultural, que queda materializado especialmente en la singular arquitectura otoniana, de la que la catedral de Magdebourg es un magnífico ejemplo, aunque contiene numerosas modificaciones posteriores.
Un caso interesante de arte incluido en el epíteto de prerrománico es el arte asturiano. Una vez extinguido el reino de Toledo con la conquista musulmana, en la península ibérica quedan algunos focos cristianos en el norte, que serán el origen del reino astur. En el caso asturiano, el espejo en el que va a mirarse para crear su arte es el desaparecido arte visigodo, que a su vez se inspiraba, una vez más, en formas romanas.
Así pues, Oviedo, la capital asturiana desde Alfonso II, tomará el relevo de la vieja Toledo visigoda, en aquellos años en poder islámico. De esta época conservamos la extraordinaria iglesia de San Julián de los Prados, de tres naves, y en la que se puede observar claramente el iconostasio, elemento que, en la liturgia anterior a la reforma gregoriana, separaba el ámbito de los fieles del reservado para el clero. Pero lo que probablemente llama más la atención del edificio son sus pinturas murales, que presentan motivos arquitectónicos, relacionados probablemente con la Jerusalén celeste.
Este edificio y las posteriores edificaciones de la época de Ramiro I (Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo…) presentan, efectivamente, y tal y como sostiene Concepción Abad (ver bibliografía), soluciones que, más tarde, se darán en el románico, lo que ha apoyado la denominación de prerrománico asturiano o protorrománico. Sin embargo, Abad deja claro que, en realidad, estas soluciones representan la evolución de soluciones romanas, lo que testifica, una vez más, que el arte de los primeros años de la Edad Media recurre constantemente al arte romano para encontrar su propia versión creativa.
- Artículo relacionado: "Las 5 edades de la Historia (y sus características)"
Conclusiones en referencia al arte prerrománico
A modo de conclusión, podemos afirmar que el arte prerrománico no existe. El término supone, como tantos otros, una denominación completamente artificial, creada para unificar una época y unos estilos que, en realidad, poco o nada tienen que ver unos con otros. Porque, si bien es cierto que, como ya hemos visto, estas corrientes se influyen mutuamente, no hay nada que pueda inducirnos a considerar el arte creado en los primeros siglos medievales como un todo homogéneo.
Por otro lado, el término prerrománico supone la existencia de un románico, que ya hemos visto que también causa confusión y debate entre los eruditos. En cada territorio europeo se dio un románico concreto y diferente que, a pesar de compartir elementos comunes, poseía unas características propias y singulares.
La historiografía occidental ha tendido desde la Ilustración a agrupar conceptos y a ver similitudes y relaciones donde, a menudo, no las hay. Es por ello por lo que términos como prerrománico deben ser puestos en entredicho y merecen ser analizados desde una nueva perspectiva. Sólo así (y no generalizando de forma banal) podemos comprender toda la complejidad de una época.
Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad