A pesar de ser el testimonio artístico de nuestra época, el arte contemporáneo es todavía uno de los grandes incomprendidos, a veces por desconocimiento, a veces porque se considera un arte “oportunista” que se aprovecha del auge del mercado para lucrarse.
Dejando de lado este tema, dentro del arte contemporáneo existen artistas que han creado una obra sorprendente e interesante. Muchos de ellos (merecidamente), se incluyen en las listas de artistas más influyentes y solicitados a nivel internacional. A continuación, encontrarás una relación de algunas de las obras contemporáneas más importantes, así como una pequeña reseña de sus autores.
10 ejemplos de arte contemporáneo
Antes que nada, es necesario circunscribir el contexto en el que nos movemos en este artículo. ¿A qué le llamamos “arte contemporáneo”? En líneas generales, se trata de las creaciones artísticas aparecidas tras el final de la Segunda Guerra Mundial y que alcanzan nuestra contemporaneidad, es decir, el siglo XXI.
Sentado esto, hagamos un repaso por 10 de las obras más importantes del arte contemporáneo, desde las coloridas y vivas composiciones de Jackson Pollock de la década de 1950 hasta las creaciones kitsch de Jeff Koons. Disfrutad del viaje.
1. Convergence, de Jackson Pollock
Jackson Pollock (1912-1956) triunfó dentro del conocido como expresionismo abstracto y sentó las raíces de un estilo “nacional” estadounidense, en una época en que el país deseaba diferenciarse a toda costa del “realismo socialista” de la URSS. Su característico estilo, basado en manchas, líneas y curvas de una gran profusión cromática, es inseparable de la década de 1950.
Las obras de Pollock nacen de las emociones del artista, que creaba dejándose llevar por sus vaivenes interiores, en línea con la “pintura automática” pregonada por los surrealistas y los preceptos de Jung. La técnica inventada por Pollock, su famoso dripping, consistía en dejar caer las gotas de pintura sobre el lienzo tendido en el suelo.
De todo ello se deduce que los motivos de las composiciones no son estáticos y están supeditados al estado emocional del creador. Por ello, a Pollock le molestaba sobremanera que los espectadores de su obra intentaran a toda costa desentrañar el “significado” y buscaran una relación entre el título de la misma y lo que veían. Para evitarlo, el artista acabó por titularlas sólo con números.
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2. Los graffiti de Belin
Inseparable de su Linares natal, la obra callejera del grafitero Miguel Ángel Belinchón (n. 1979), más conocido por su nombre artístico Belin, es actualmente reconocida a nivel mundial. La enorme calidad de sus trabajos sitúa a los graffiti, un subgénero del arte urbano, en un lugar destacado del panorama artístico internacional.
Tomó el aerosol por primera vez a los quince años, en una época (la década de 1990) en que el arte urbano empezaba a proliferar en las ciudades. Absolutamente autodidacta, en 2002 empezó a dedicarse profesionalmente a su arte, y en la actualidad es uno de los artistas jóvenes más solicitados. Su trabajo (en portada) se caracteriza por un hiperrealismo absolutamente asombroso.
3. Blow-up IX, de Marta Penter
La brasileña Marta Penter (n. 1957) es uno de los mayores exponentes de arte hiperrealista. Sus obras captan el momento concreto y la cotidianeidad desde una perspectiva absolutamente detallista y exploran las relaciones y el comportamiento humano. A pesar de que la mayoría de su obra está realizada en blanco y negro (con pequeños detalles de color que captan la atención del espectador), la que presentamos es una de las pocas de su corpus artístico que es a todo color.
La gran maestría de Penter para captar texturas y hacer de cualquier anécdota trivial una obra de arte es evidente en este lienzo, donde la artista plasma una superficie de plástico de lo que parece ser una pelota de playa. En concreto, enfoca la imagen en la boquilla y la obertura por donde se hincha la pelota, algo absolutamente anodino que, en manos de Penter, se convierte en una obra maestra de la pintura.
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4. Bodega de Elciego (Álava, España), de Frank Gehry
Frank Gehry es el arquitecto del Museo Guggenheim de Bilbao, por lo que podemos tener una idea de la importancia de su obra en la arquitectura contemporánea. Pero, a diferencia de aquel, la bodega que realizó en la localidad de Elciego (Álava, España), suele quedar bastante olvidada en la nómina de producciones del artista, a pesar de ser conocida como “el Guggenheim riojano”.
Elciego es una población de la Rioja alavesa conocida por sus excelentes vinos. Para una marca de vinos muy famosa, Gehry diseñó entre los años 2003 y 2007 un sorprendente edificio que presenta las características formas sinuosas que podemos contemplar también en Bilbao. La combinación de las tonalidades doradas y rojizas otorgan una gran personalidad al edificio y lo conectan con la producción vinícola de la zona.
5. La Ópera de Sidney, de Jørn Utzon
Otro de los grandes referentes de la arquitectura contemporánea es sin duda la espectacular Ópera de Sidney, diseñada por el danés Jørn Utzon (1918-2008). Las “conchas” que conforman el emblemático tejado fueron una auténtica innovación en el año de su inauguración, 1973: se trata de enormes semiesferas prefabricadas que apoyan su peso en paneles de hormigón.
Lo más impresionante del edificio es que está situado “sobre el mar” (en el puerto de Sidney), lo que, unido a su original techumbre, da la impresión de estar contemplando un barco con sus velas desplegadas.
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6. El MAXXI, de Zaha Hadid
La mundialmente reconocida arquitecta Zaha Hadid (1950-2016) es la responsable de la sede romana del Museo Nazionale delle Arti nel XXI Secolo (MAXXI). Tras el concurso impulsado en 1998 por el Ministerio de Cultura de Italia, al año siguiente se encarga el proyecto a la artista iraní, que lo desarrolló con tres materiales de base: el hormigón, el acero y el vidrio.
El resultado es un edificio monumental que combina los elementos curvos con las líneas rectas para crear espacios únicos y de gran personalidad.
7. Las Cajas metafísicas de Jorge Oteiza
El escultor Jorge Oteiza buscó desde sus inicios el vacío como esencia de su creación. Su experiencia en la playa de Orio le hizo tener contacto con este vacío desde su más tierna infancia; un tema que le preocupaba, no sólo a nivel escultórico, sino también a nivel filosófico.
Antes de llegar a las cajas metafísicas como culmen de su obra artística, ya había experimentado en este sentido a través de El apostolado de Aranzazu y otras obras. La espiritualidad del cuerpo vacío de los apóstoles no fue entendida en su tiempo y permanecieron durante largo tiempo tirados en las cunetas de la carretera que sube al santuario guipuzcoano.
La evolución hacia a la abstracción de su obra hizo que, a partir de planos Malevich, construyera su serie de cajas metafísicas, primero en pequeño formato (que podemos observar actualmente en el Museo Oteiza de Alzuza, Navarra) y que posteriormente fueron plasmadas en gran formato y conservadas en diversos museos (MACBA de Barcelona, el Reina Sofía de Madrid y el Artium de Vitoria, entre otros). En las cajas metafísicas de Oteiza, la escultura no es la chapa, sino el vacío que delimita.
8. L’homme qui marche, de Alberto Giacometti
El característico ser alambicado de Giacometti era, para Jean-Paul Sartre, algo en medio del ser y la nada, una especie de apoteosis del existencialismo del siglo XX. A decir verdad, la contemplación de estas extrañas esculturas antropomorfas despierta en nosotros una inquietud difícil de explicar.
L’homme qui marche (el hombre que camina) apenas parece sostenerse en pie; su estructura de filigrana parece recrear la piel y los huesos. Quizá Giacometti quería expresar la fuerza que sigue impulsando al hombre a pesar de estar cerca del fin.
9. El Portón-pasaje, de Cristina Iglesias
La artista española Cristina Iglesias (n. 1956), diseñó estas espectaculares puertas para el Museo del Prado, en Madrid; en concreto, para el ala adicional del edificio, obra del arquitecto Rafael Moneo.
La superficie rugosa del bronce imita formas geológicas. La enorme estructura consta de seis piezas y tiene un peso total de nada menos que 22 toneladas. Para abrir el Portón-pasaje es necesario un mecanismo hidráulico que el Prado abre a ciertas horas, con el objetivo de que los visitantes puedan contemplar la obra en su totalidad.
10. Balloon Dog, de Jeff Koons
Esta escultura de Jeff Koons se hizo tristemente famosa en febrero de 2023 cuando, durante una exposición, una de las visitantes la hizo añicos por descuido. Se trataba de un pequeño diseño en llamativo azul, característico del artista, que representaba un perro-globo del tipo de los que se crean en las ferias.
Realizadas con una técnica mixta que incluye porcelana de Limoges y acero, la serie de “perritos-globo” de Koons es una creación básica para entender el arte kitsch contemporáneo.
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