A lo largo de la historia y desde la invención de la escritura, han sido múltiples los ejemplos de autores que a través de esta han dado rienda suelta a su imaginación con el fin de expresar sus sentimientos, emociones y pensamientos. Muchos de ellos han plasmado diferentes creencias, valores y maneras de hacer o vivir, algunos incluso en un corto espacio.
Se trata de historias cortas, de gran valor, de las cuales a lo largo de este artículo os ofrecemos una quincena para aprender leyendo.
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Beneficios de leer y relatar historias cortas
A lo largo de la historia, han surgido muchas narraciones capaces de inspirar a generaciones enteras durante décadas o incluso siglos. En este sentido, es posible encontrar historias cortas que, incluso cuando han nacido como tradición oral, se han popularizado tanto que su formato en papel se ha extendido rápidamente a lo largo y ancho de países enteros porque conectan con una serie de valores y enseñanzas que nos ayudan a entendernos mejor a nosotros mismos. Es por ello que este es uno de los tipos de literatura con más relevancia cultural.
La utilidad de este tipo de narraciones va mucho más allá del simple entretenimiento. Décadas de investigaciones en el ámbito de la psicología social y de la antropología muestran que si todas las culturas humanas basan buena parte de su vida en las historias que se cuentan entre ellas las personas, no es por casualidad.
En este sentido, las principales ventajas de la práctica de contar historias cortas son las siguientes:
- Es un recurso fundamental para transmitir valores tanto en la educación formal como en la crianza de hijos e hijas.
- Ayuda a memorizar conceptos importantes engarzándolos en una narración (aquello que participa en una historia es más fácil de recordar que aquello que es descrito de manera abstracta y de una manera desligada de un contexto).
- Permite mantener vivas tradiciones que enriquecen el panorama cultural del país.
- Ayuda a transmitir lecciones de vida: muchas historias permiten establecer la conexión entre las acciones y sus consecuencias mediante una moraleja.
- Fomenta el entrenamiento de la imaginación y de la creatividad (ya que cada persona crea una interpretación de los hechos narrados).
15 grandes historias cortas con las que aprender
A continuación os dejamos con un total de quince ejemplos de historias cortas y microrrelatos, muchos de los cuales han sido elaborados por grandes autores de diferentes épocas, y que tratan gran diversidad de temáticas.
1. El cuento de la lechera
“Érase una vez una joven lechera que llevaba un cubo de leche en la cabeza, camino al mercado para venderla. Durante el camino, la soñadora joven iba imaginando lo que podría lograr conseguir con la leche. Pensó que en primer lugar y con el dinero de la venta compraría un canasto de huevos, los cuales una vez eclosionaran le permitiría montar una pequeña granja de pollos. Una vez estos crecieran podría venderlos, lo que le daría dinero para comprarse un lechón.
Una vez este creciera la venta del animal bastaría para comprarse una ternera, con la leche de la cual seguiría obteniendo beneficios y a su vez podría tener terneros. Sin embargo, mientras iba pensando todas estas cosas la joven tropezó, lo que provocó que el cántaro cayera el suelo y se rompiera. Y con él, sus expectativas hacia lo que podría haber hecho con ella.”
Este cuento, que cuenta con versiones de Esopo y La Fontaine (siendo este último el que hemos reflejado), nos enseña la necesidad de vivir en el presente y que a pesar de que soñar es necesario también debemos tener en cuenta que ello no basta para lograr nuestros propósitos. Inicialmente, es una pequeña historia que nos avisa de tener cuidado con que la ambición no nos haga perder el sentido.
Asimismo, en algunas adaptaciones se incluye también un diálogo posterior entre la lechera y su madre, quien le cuenta que gracias a tener fantasías parecidas pudo lograr montar una granja: en este caso es una reflexión de que necesitamos soñar y ambicionar, pero cuidando lo que hacemos para llegar a cumplir los objetivos, además de no rendirnos ante el primer tropiezo u obstáculo.
2. La sospecha
“Érase una vez un leñador el cual un día se dio cuenta que no tenía su hacha. Sorprendido y con lágrimas en los ojos, se encontró cerca de su casa al vecino, quien como siempre lo hacía le saludó sonriente y amablemente.
Mientras éste entraba en su casa, el leñador de repente empezó a sospechar y pensar que tal vez hubiese sido el vecino quien le había robado el hacha. De hecho, ahora que lo pensaba bien su sonrisa parecía nerviosa, tenía una mirada extraña e incluso hubiese dicho que le temblaban las manos. Bien pensado, el vecino tenía la misma expresión que un ladrón, caminaba como un ladrón y hablaba como un ladrón.
Todo ello iba pensando el leñador, cada vez más convencido de haber encontrado al culpable del hurto, cuando de repente se dió cuenta de que sus pasos le habían llevado de nuevo al bosque donde había estado la noche anterior.
De pronto, tropezó con algo duro y cayó. Cuando miró al suelo...encontró su hacha! El leñador volvió de nuevo a su hogar con el hacha, arrepentido de sus sospechas, y cuando vio de nuevo a su vecino vio que su expresión, andar y manera de hablar eran (y habían sido en todo momento) las de siempre.”
Esta historia corta, la cual forma parte de muchas tradiciones pero al parecer tiene su origen en China, nos sirve para aprender que a veces nuestros pensamientos y sospechas nos hacen tener percepciones distorsionadas de la realidad, pudiendo llegar a malinterpretar situaciones y personas con gran facilidad. También nos enseña a no acusar a alguien gratuitamente hasta tener pruebas reales de aquello de lo que le acusamos.
3. La gallina de los huevos de oro
“Érase una vez una pareja de granjeros que, un día, descubrieron en uno de los nidos en los que criaban gallinas un huevo de oro macizo. La pareja fue observando que el ave producía tal prodigio día tras día, obteniendo cada día un huevo de oro.
Reflexionando sobre qué era lo que hacía que la gallina en cuestión tuviese esa habilidad, sospecharon que que ésta poseía oro en su interior. Para comprobarlo y obtener todo el oro de una vez, mataron a la gallina y la abrieron, descubriendo para su sorpresa que por dentro la prodigiosa ave era igual a las demás. Y también se dieron cuenta que, en su ambición, habían acabado con aquello que les había estado enriqueciendo.”
Esta fábula, asociada a Esopo aunque también versionada por autores como Samariaga o La Fontaine y que en ocasiones nos habla de una gallina y en otras de un ganso, nos enseña la importancia de dejar de lado la codicia, ya que nos puede conducir a perder lo que tenemos.
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4. El maestro zen
“Érase una vez, durante una guerra civil en la época feudal, un pequeño poblado en el que vivía un maestro zen. Un día, llegó a ellos la noticia de que un temible general se dirigía en su dirección para invadir y tomar la zona. El día anterior a la llegada del ejército toda la aldea huyó, con la excepción del anciano maestro. Cuando llegó el general, tras encontrar la aldea prácticamente desierta y sabiendo de la existencia del anciano, ordenó que el maestro zen se personase ante él, pero este no lo hizo.
El general se dirigió rápidamente hacia el templo donde el maestro descansaba. Furioso, el general sacó su espada y se la acercó a la cara, gritándole que si no se daba cuenta de que estaba simplemente parado delante de quien podría atravesarle en un instante. Con total tranquilidad, el anciano maestro le contestó que precisamente el general estaba ante alguien que podía ser atravesado en un instante. El general, sorprendido y confuso, terminó haciéndole una reverencia y marchándose del lugar.”
Esta historia corta refleja la cualidad del autocontrol emocional y el valor de tener la capacidad de mantenerse sereno en cualquier circunstancia. La cuestión es que cualquier cosa puede pasarnos en cualquier momento, y perturbarnos ante ello no nos conduce a nada.
5. El zorro y las uvas
“Había una vez un zorro que caminaba, sediento, por el bosque. Mientras lo hacía vio en lo alto de la rama de un árbol un racimo de uvas, las cuales deseó al instante al servirle para refrescarse y apagar su sed. El zorro se acercó al árbol e intentó alcanzar las uvas, pero estaban demasiado altas. Tras intentarlo una y otra vez sin conseguirlo, el zorro finalmente se rindió y se alejó. Viendo que un pájaro había visto todo el proceso se dijo en voz alta que en realidad no quería las uvas, dado aún no estaban maduras, y que en realidad había cesado el intento de alcanzarlas al comprobarlo.”
Otra interesante historia corta en forma de fábula que nos enseña que a menudo nos intentamos convencer a nosotros mismos de no querer algo e incluso llegamos a despreciar dicho algo por el hecho de que encontramos difícil llegar a alcanzarlo.
6. El lobo y la grulla
“Érase una vez un lobo el cual, comiendo carne, sufrió el atasco de un hueso en su garganta. Esta empezó a hinchársele y a generarla gran dolor, corriendo el lobo desesperado intentando sacárselo o encontrar ayuda. Durante su camino encontró una grulla, a la cual tras explicarle la situación suplicó ayuda prometiéndole darle lo que le pidiera. A pesar de que desconfiaba, la grulla aceptó con la condición de que el lobo cumpliera lo pactado. El ave procedió a introducir su cabeza por su garganta, consiguiendo que el hueso se desprendiera. Se retiró y observó como el lobo se recuperaba, pudiendo ahora respirar con normalidad, tras lo cual le pidió que cumpliera con lo prometido. Sin embargo el lobo contestó que suficiente recompensa era no haberla devorado pese a haberla tenido entre sus dientes.”
Esta fábula de Esopo (si bien también se encuentra una versión en la tradición de la India en que en vez de un lobo el animal en apuros es un león), nos enseña que no siempre podemos fiarnos de lo que nos dicen y prometen los demás, dado que habrá quien nos será ingrato o incluso quien nos mentirá y manipulará para lograr sus propósitos sin valorar el propio esfuerzo.
7. El viejo, el niño y el burro
“Érase una vez un abuelo y un nieto que decidieron emprender un viaje junto con un burro. Inicialmente el anciano hizo que el niño montara en el animal, con el fin de que no se cansara. Sin embargo, al llegar a una aldea, los lugareños empezaron a comentar y criticar que el anciano tuviera que ir al pie mientras que el niño, más joven y vital, fuera montado. Las críticas hicieron que finalmente abuelo y nieto cambiaran posiciones, yendo ahora el anciano montado sobre el burro y el niño caminando al lado.
Sin embargo, al pasar por una segunda aldea, los lugareños pusieron el grito en el cielo de que el pobre niño fuera caminando mientras el hombre mayor lo hacía cómodamente montado. Ambos decidieron entonces montar en el animal. Pero al llegar a un tercer poblado los aldeanos criticaron durante a ambos, acusándoles de cargar en exceso al pobre burro.
Ante esto, el anciano y su nieto decidieron ir ambos a pie, caminando al lado del animal. Pero en un cuarto pueblo se rieron de ellos, dado que disponían de una montura y ninguno de ellos viajaba en ella. El abuelo aprovechó la situación para hacer ver a su nieto el hecho de que, hicieran lo que hicieran, siempre habría alguien a quien le parecería mal y que lo importante no era lo que otros dijeran, sino lo que creyera una mismo.”
Este cuento tradicional nos enseña a tener en cuenta que debemos ser fieles a nosotros mismos, y que hagamos lo que hagamos habrá alguien a quien no le guste y nos critique: no podemos gustarle a todo el mundo, y no debemos obsesionarnos con agradar al prójimo.
8. La felicidad escondida
“En el inicio de los tiempos, antes de que la humanidad poblara la Tierra, los distintos dioses se reunieron con el fin de preparar la creación del ser humano, a su imagen y semejanza. Sin embargo uno de ellos se dió cuenta de que si los hacían exactamente iguales a ellos, en realidad estarían creando nuevos dioses, con lo que deberían quitarle algo de tal manera que se diferenciara de ellos. Tras pensarlo detenidamente, otro de los presentes propuso quitarles la felicidad y esconderla en un lugar donde no pudieran encontrarla nunca.
Otro de ellos propuso esconderla en el monte más alto, pero se dieron cuenta de que al tener fuerza, la humanidad podría llegar a subir y hallarla. Otro propuso que la ocultaran debajo del mar, pero dado que la humanidad poseería curiosidad podría llegar a construir algo para llegar a las profundidades marinas y encontrarla. Un tercero propuso llevar la felicidad a un planeta lejano, pero otros concluyeron que dado que el ser humano tendrá inteligencia podrá construir naves espaciales que puedan llegar a alcanzarla.
El último de los dioses, que había permanecido en silencio hasta entonces, tomó la palabra para indicar que sabía un lugar donde no la encontrarían: propuso que escondieran la felicidad dentro del propio ser humano, de tal modo que este estaría tan ocupado buscando fuera que jamás la hallaría. Estando todos de acuerdo con ello, así lo hicieron. Este el motivo por el cual el ser humano se pasa la vida buscando la felicidad, sin saber que en realidad está en sí mismo.”
Esta hermosa historia en forma de cuento refleja algo que está muy presente en la sociedad actual: solemos buscar la felicidad constantemente como si fuera algo externo que podemos alcanzar, cuando en realidad la encontramos precisamente cuando no la estamos buscando sino disfrutando del aquí y el ahora.
9. El pájaro víctima de la bondad
“Hubo una vez una gaviota, la cual descendió volando a uno de los suburbios de la capital de Lu. El marqués de la zona se afanó en agasajarla y darle la bienvenida en el templo, preparando para ella la mejor música y grandes sacrificios. Sin embargo, el ave estaba aturdida y triste, no probando la carne o el vino. Tres días después murió. El marqués de Lu agasajó a la gaviota tal y como a él le hubiese gustado serlo, no como al ave le hubiese gustado”
Esta historia corta nos cuenta algo muy importante: a menudo no tenemos en cuenta que nuestras necesidades y gustos no tienen porqué ser los mismos que los de los demás (y de hecho pueden ser directamente opuestos a los propios), siendo necesario que prestemos atención a lo que el otro necesita por tal de poder ayudarle o agasajarle de verdad.
10. El caballo perdido del anciano sabio
“Érase una vez un anciano campesino de gran sabiduría, el cual vivía con su hijo y que poseía un caballo. Un día el corcel escapó del lugar, algo que hizo que los vecinos fueran a consolarles ante su mala suerte. Pero ante sus palabras de consuelo, el anciano campesino les respondió que lo único verdadero es que el caballo había escapado, y si eso era buena o mala suerte sería el tiempo lo que lo dictaminaría.
Poco después el caballo regresó con sus dueños, acompañado de una hermosa yegua. Los vecinos corrieron a felicitarle por su buena suerte. Sin embargo, el anciano les respondió que en realidad lo único que sí era cierto era que el caballo había regresado con la yegua, y si esto era malo o bueno el tiempo lo diría.
Tiempo después el hijo del campesino intentó montar a la yegua, aún salvaje, de tal manera que se cayó de la montura y se rompió la pierna. Según el médico, la rutpura le provocaría una cojera permanente. Los vecinos volvieron a consolar a ambos, pero también en esta ocasión el anciano campesino dictaminaría que lo único que se sabía en verdad era que su hijo se había roto una pierna, y que si ello era bueno o malo aún estaba por verse.
Finalmente, llegó un día en que se inició una sangrienta guerra en la región. Se empezó a reclutar a todos los jóvenes, pero al ver la cojera del hijo del campesino los soldados que fueron a reclutarle decidieron que no era apto para el combate, algo que provocó que no fuera reclutado y pudiera permanecer sin combatir.
La reflexión que el anciano le hizo ver a su hijo en base a todo lo ocurrido es que los hechos no son buenos o malos en sí mismos, sino que lo son nuestras expectativas y percepción de ellos: la huida del caballo trajo a la yegua, lo que a su vez supuso la rotura de su pierna y asimismo ello condujo a una cojera permanente era lo que ahora le salvaba la vida.”
Esta conocida historia, bastante autoexplicativa, nos narra cómo nuestra consideración y valoración de lo que nos ocurre a veces puede estar sesgada, ya que el propio suceso no es ni bueno ni malo per se, y cómo lo que a veces vemos como algo positivo o negativo puede llevarnos a lugares insospechados.
11. El cojo y el ciego
“Hubo una vez un cojo y un ciego que iban paseando juntos cuando se encontraron un río, el cual ambos debían cruzar. El cojo le dijo al ciego que él no podría llegar a la otra orilla, a lo que el ciego respondió que él sí podría pasar pero ante su falta de visión podría resbalar.
Ante ello, se les ocurrió una gran idea: el hombre ciego sería quien llevaría la marcha y sostendría a ambos con sus piernas, mientras que el hombre cojo sería los ojos de ambos y podría guiar a ambos durante el cruce. Subiendo el cojo encima del ciego, ambos procedieron a cruzar cuidadosamente el río, lográndolo con éxito y consiguiendo alcanzar la otra orilla sin dificultades.”
Esta pequeña historia, que cuenta con otras variantes (como por ejemplo que en vez de cruzar un río ambos tienen que escapar de un incendio), nos sirve para entender la importancia de colaborar y cooperar con los demás, algo que permite aunar las habilidades de todos para alcanzar un proyecto común.
12. La leyenda de Toro Bravo y Nube Azul
“Cuenta una leyenda de los Sioux que hubo una vez una joven pareja formada por Toro Bravo y Nube Azul, que se amaban profundamente. Queriendo permanecer unidos por siempre, ambos acudieron al anciano de la tribu con el fin de que les proporcionara un talismán por tal de estar siempre juntos.
El anciano indicó a la joven Nube Azul que acudiera sola a la montaña del norte y capturase con una red al mejor halcón que allí viviese, mientras que a Toro Bravo le dirigió a la montaña del sur para atrapar al águila más poderosa. Ambos jóvenes se esforzaron duramente y lograron capturar cada uno a la mejor ave de cada una de las montañas.
Hecho esto, el anciano les indicó que ataran las patas del halcón y el águila entre sí y luego las dejaran volar en libertad. Así lo hicieron, pero al estar atadas ambas aves cayeron al suelo sin poder volar con normalidad. Tras varios intentos, ambas empezaron a agredirse entre sí. El anciano hizo a la pareja ver esto, y les indicó que el talismán era el aprendizaje de que debían volar juntos, pero nunca atados si no querían terminar dañándose el uno al otro.”
Este leyenda de los Sioux pretende hacernos ver que el amor no implica estar siempre y en todo momento juntos hasta el punto de depender el uno del otro, sino que debemos aprender a compartir nuestra vida pero conservando nuestra individualidad y no fomentar actitudes de dependencia o codependencia.
13. La Arena y la Piedra
“Había una vez dos amigos que caminaban por el desierto, tras haber perdido a sus camellos y habiendo pasado días sin probar bocado. Un día, surgió una discusión entre ellos en el que uno de los dos increpó al otro por haber elegido la ruta equivocada (si bien la decisión había sido conjunta) y en un arrebato de ira le dió una bofetada. El agredido no dijo nada, pero escribió en la arena que en ese día su mejor amigo le había pegado una bofetada (una reacción que sorprendió al primero).
Posteriormente ambos llegaron a un oasis, en el cual decidieron bañarse. En ello estaban cuando el anteriormente agredido empezó a ahogarse, a lo que el otro respondió rescatándole. El joven le agradeció la ayuda y posteriormente, con un cuchillo, escribió sobre una piedra que su mejor amigo le había salvado la vida.
El primero, curioso, le preguntó a su compañero por qué cuando le había pegado el había escrito en la arena y ahora lo hacía en una piedra. El segundo le sonrió y le contestó que cuando alguien le hacía algo malo intentaba escribirlo sobre la arena por tal de que la marca fuera borrada por el viento, mientras que cuando alguien hacía algo bueno prefería dejarlo grabado en piedra, donde permanecerá por siempre.”
Esta hermosa leyenda de origen árabe nos indica que lo que debemos valorar y mantener frescas en nuestra memoria son las cosas buenas que los demás hacen, mientras que las marcas que nos dejan las malas debemos intentar desdibujarlas y perdonarlas con el tiempo.
14. El zorro y el tigre
“ Había una vez un enorme tigre que cazaba en los bosques de China. El poderoso animal se topó y empezó a atacar a un pequeño zorro, el cual ante el peligro únicamente tuvo como opción recurrir a la astucia. Así, el zorro le increpó y le indicó que no sabía hacerle daño puesto que él era el rey de los animales por designio del emperador del cielo.
Asimismo le indicó que si no le creía le acompañara: así vería como todos los animales huían atemorizados al verle llegar. El tigre así lo hizo, observando en efecto como a su paso los animales escapaban. Lo que no sabía era que esto no era debido a que estuvieran confirmando las palabras del zorro (algo que el tigre acabó por creer), sino que de hecho huían de la presencia del felino.”
Esta fábula de origen chino nos enseña que la inteligencia y la astucia resultan mucho más útiles que el mero poderío físico o la fuerza.
15. Los dos halcones
“Había una vez un rey el cual amaba los animales, que un día recibió como regalo dos hermosas crías de halcón. El rey los entregó a un maestro cetrero para que los alimentara, cuidara y entrenara. Pasó el tiempo y después de unos meses en los que los halcones crecieron el cetrero pidió una audiencia con el rey para explicarle que si bien uno de los halcones había alzado ya el vuelo con normalidad, el otro había permanecido en la misma rama desde que llegó, no emprendiendo el vuelo en ningún momento. Ello preocupó en gran medida al rey, que mandó llamar a múltiples expertos para solucionar el problema del ave. Sin éxito.
Desesperado, decidió ofrecer una recompensa a quien lograra que el ave consiguiera volar. Al día siguiente el rey pudo ver cómo el ave ya no estaba en su rama, sino que volaba libremente por la región. El soberano mandó llamar al autor de tal prodigio, encontrándose con que quien lo había logrado era un joven campesino. Poco antes de entregarle su recompensa, el rey le preguntó cómo lo había logrado. El campesino le contestó que simplemente había partido la rama, no quedándole otra opción al halcón que echar a volar.”
Una breve historia que nos sirve para entender que a veces nos creemos incapaces de hacer las cosas por miedo, a pesar de que la experiencia demuestra más que a menudo que en el fondo sí tenemos la capacidad para conseguir realizarlas: el ave no confiaba en sus posibilidades para volar pero una vez se puso a prueba no le quedó más remedio que intentarlo, algo que le condujo al éxito.
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