El arte de vincular con niños que han aprendido a desconfiar

Consejos para reconectar con los pequeños que han pasado por una crianza complicada.

El arte de vincular con niños que han aprendido a desconfiar
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Somos seres sociales, nacemos programados para conectar porque, de hecho, si no nos vinculamos con otros seres para que nos cuiden, morimos. Entonces, ¿cómo puede ser que haya niños y niñas que rechacen el cariño? ¿Qué sucede para que dejen de confiar en los adultos?

¿Qué impacto tiene esto en su desarrollo? Una de las grandes preocupaciones que tienen las personas que acompañan —en diferentes contextos— a niños y niñas que han aprendido a desconfiar de los adultos es si se puede revertir esta situación y llegar a reparar las heridas.

A lo largo de este artículo respondemos a todas estas preguntas. Para ello, hablamos de trauma infantil y cómo dificulta la capacidad de confiar. Además, exponemos la importancia de factores reparadores como el vínculo, la presencia, la compasión y el cuidado.

¿Qué lleva a los niños a desconfiar?

Algunos niños rechazan los abrazos, los gestos amables y levantan muros cuando alguien intenta acercarse a ellos. La desconfianza no aparece porque sí, sino que es una forma de protegerse. Lamentablemente, estos niños han crecido en un entorno que no ha sabido cuidarlos y protegerlos como ellos necesitaban para poder generar esa sensación de seguridad interna.

El cerebro infantil se pone en modo alerta y prioriza la supervivencia por encima de la confianza cuando los niños tienen cuidadores que son imprevisibles, inaccesibles emocionalmente, poco sensibles con sus necesidades e incluso negligentes o violentos. Como consecuencia, el desarrollo cerebral se altera y modifica la forma en que la criatura percibe y se relaciona con el mundo.

Los niños esperan que sus figuras de apego, que habitualmente son los/las progenitores/as, ofrezcan guía además de seguridad y protección tanto en lo físico como en lo emocional. Cuando en lugar de un lugar seguro los cuidadores son una fuente de miedo, incertidumbre e inseguridad, las criaturas aprenden a desconfiar como forma de protegerse.

El trauma del desarrollo se produce como consecuencia de haber vivido experiencias adversas en los primeros años de vida. Tiene un impacto negativo en el desarrollo emocional, psicológico y social —y, en algunos casos, también puede afectar al desarrollo físico—. Dichas consecuencias perduran a medio y largo plazo.

Estas heridas tan profundas a nivel emocional se ven reflejadas también en modificaciones cerebrales. Las regiones encargadas de aspectos tan importantes como la regulación emocional, el autocontrol y el procesamiento social se ven modificadas.

Cuando el vínculo es la reparación

Puesto que el ser humano es social por naturaleza, los vínculos tienen un papel fundamental en nuestro desarrollo. Las heridas más profundas, dolorosas y complejas se producen en relación con los demás. Afortunadamente, también es en el vínculo donde podemos reparar este dolor y sanar las heridas.

Así pues, es crucial que aquellos niños y niñas que han aprendido a desconfiar para sobrevivir puedan tener la oportunidad de establecer vínculos con adultos que estén presentes, sean sensibles a sus necesidades y les atiendan de forma consistente. Estas experiencias correctivas y reparadoras.

Sin embargo, la confianza no es algo que surge de un momento a otro, sino que es algo que debe construirse. Una criatura traumatizada necesitará comprobar en repetidas ocasiones que el adulto no le va a herir como hicieron anteriormente. Esto puede traducirse en conductas disruptivas y difíciles de sostener.

Por este motivo es elemental que los adultos que acompañan a niños y niñas con profundas heridas emocionales y dificultades para confiar dispongan de, como mínimo, las nociones básicas sobre trauma. Es importante saber manejar el rechazo, la rabia, las explosiones y el silencio. Las criaturas necesitan que cuando sienten de forma muy intensa, los adultos respondan de forma consistente, empírica y calmada.

Claves para construir vínculos con niños que han aprendido a protegerse desconfiando

Lo que se plantea a continuación son aspectos clave a tener en cuenta a la hora de construir el vínculo con criaturas que usan la desconfianza como escudo. No obstante, esto no reemplaza la debida formación sobre trauma ni el acompañamiento profesional que tan necesario es en la mayoría de ocasiones.

Presencia consistente

Un vínculo seguro sólo puede establecerse cuando el adulto está disponible emocionalmente y es sensible a las necesidades de la criatura. Lo que realmente necesitan los niños es consistencia y constancia en los cuidados empáticos. No sirven los grandes gestos esporádicos. Cuando los niños pueden prever la respuesta compasiva del adulto sienten seguridad interna.

Aceptación incondicional

Para poder llegar a construir un vínculo seguro con la criatura, debemos ofrecerle un espacio donde sienta que puede ser él o ella sin necesidad de defenderse. Los niños necesitan sentirse aceptados y amados de forma incondicional. Esto no implica aceptar cualquier conducta, sino hacerles entender que les aceptamos a ellos y les amamos por quienes son. Sus actos no les definen.

Evitar el autoritarismo

Los niños y niñas que han vivido experiencias adversas en la infancia como maltrato y/o negligencia suelen ser especialmente sensibles al control y la imposición. Cuando el estilo predominante es el autoritarismo suele haber más conductas disruptivas, oposición y retraimiento. El objetivo no es que sean sumisos y obedezcan. No obstante, debemos recordar que todos las criaturas necesitan respetar y cumplir los límites establecidos para protegerlos y cuidarlos.

Acompañar guiando, no corrigiendo

Como decíamos previamente, no se trata de que obedezcan por miedo. Para que el vínculo establecido sea reparador, deben ver a la figura del adulto como una guía. Desde aquí, se muestran más colaboradores y con más ganas de cooperar y respetar los límites. Es necesario que los adultos les ayuden a aprender a regular sus propias emociones mediante la identificación, validación y expresión saludable de las emociones.

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Nerea Moreno. (2025, julio 7). El arte de vincular con niños que han aprendido a desconfiar. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/desarrollo/arte-de-vincular-con-ninos-que-han-aprendido-a-desconfiar

Psicóloga

Nerea Moreno es graduada en psicología, con mención en psicología clínica, por la Universidad de Barcelona. Cursó el Máster en Psicología General Sanitaria con la Universidad Autónoma de Barcelona. Posteriormente, se formó como experta en psicología de las emergencias y catástrofes. Tanto esta formación como la experiencia laboral en el campo, supusieron para Nerea el descubrimiento de un nuevo mundo: el trauma. Desde entonces, trabaja desde un enfoque integrador y no ha parado de formarse en trauma, sistema nervioso, apego, duelo y emociones.

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