Conocer más acerca de las dificultades del aprendizaje y cómo intervenir en ellas, tanto en niños como adultos, es el objeto de estudio de un abanico de profesionales: psicopedagogos, pediatras, psiquiatras y psicólogos. Curiosamente, el abordaje de las dificultades en el aprendizaje también compete a neurólogos y biólogos, ya que la cantidad de estudios acerca del cómo tales dificultades se reflejan en el desarrollo anatómico y funcional del cerebro y en su correlato a nivel cognitivo ha aumentado exponencialmente en los últimos años, todo gracias a las técnicas de neuroimagen.
Por lo tanto, se ha podido determinar no sólo cómo adquirimos nuevas habilidades cognitivas —como la escucha, el habla, la escritura, el razonamiento y las habilidades matemáticas—, sino también qué es lo que ocurre en el sustrato neurobiológico cuando una persona presenta dificultades en su aprendizaje. Teniendo esto en cuenta, en este artículo desarrollaremos cuáles son las bases neurológicas de las dificultades de aprendizaje.
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¿Qué efectos generan las dificultades del aprendizaje?
A lo largo del último siglo, no se ha conseguido arribar a un consenso sobre qué implican las dificultades del aprendizaje. Sin embargo, la mayoría de los profesionales y equipos de investigación suelen adherir a que las dificultades del aprendizaje de las habilidades cognitivas tienen un carácter intrínseco al individuo y están vinculadas a una disfunción del sistema nervioso central. Es por esta razón que es tan importante el estudio del aprendizaje a nivel neurológico: a pesar de que también podrían incidir las condiciones ambientales y psicológicas —como trastornos emocionales o instrucciones académicas insuficientes—, no se ha podido determinar que éstas sean causantes de las dificultades en la adquisición de las habilidades cognitivas, por lo que la raíz del asunto parece competer principalmente a la dimensión neurobiológica.
Entonces, parece ser que la alteración en el aprendizaje de ciertas habilidades y procesos psicológicos básicos está evolutivamente ligada a una disfunción del sistema nervioso central, y que el motivo por el cual se produce dicha disfunción tiende a ser hereditario. Por ejemplo, las dificultades en la adquisición del habla son causadas por factores genéticos. Se ha descubierto que los niños que presentan dificultades en el aprender a hablar suelen tener padres y hermanos con esta misma característica con mayor frecuencia que los niños sin dificultades.
Eso sí, también es cierto que la genética es susceptible a las influencias del medio, pues en estos últimos años se ha encontrado lo mucho que pueden incidir los factores ambientales en la forma en la que se expresa el bagaje genético con el que contamos “de fábrica” (es decir, lo que se conoce como epigenética). Se trata de un asunto novedoso y susceptible a modificaciones o nuevas aportaciones, por lo cual es importante mantenerse actualizados lo más que podamos al respecto.
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Las bases neurológicas de las dificultades del aprendizaje
Si bien no todas las personas que tienen dificultades del aprendizaje padecen un trastorno, se ha encontrado que ambos factores podrían estar muy relacionados. La mayoría de estudios acerca de las bases neurobiológicas de los trastornos que pueden presentar las personas con dificultades en el aprendizaje se centran en la dislexia y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), aunque también hay investigaciones acerca de otros trastornos menos frecuentes, como el trastorno del aprendizaje no verbal y la discalculia. Para ilustrar las bases neurológicas de las dificultades del aprendizaje, desarrollaremos los casos de los dos primeros trastornos.
Bases neurológicas de la dislexia
La dislexia es un trastorno del neurodesarrollo que ocasiona problemas en el aprendizaje y el uso del lenguaje, la escritura y la lectura caracterizada por la confusión o alteración del orden de las letras, palabras o sílabas. Es el trastorno del aprendizaje más estudiado y también es el más común.
Existen distintas teorías para explicar el trastorno. La que cuenta con mayor sustento se fundamenta en el modelo de déficit fonológico, el cual sugiere que las personas con dislexia tendrían dificultades para encontrar correspondencias entre los elementos del lenguaje escrito y los del lenguaje verbal. En la dislexia habría una alteración de la conciencia fonológica, lo que significa que las personas que padecen este trastorno manipularían los fonemas en la memoria de trabajo de manera deficiente.
La memoria de trabajo es una de las funciones ejecutivas del ser humano, es la capacidad de mantener información disponible por un período breve de tiempo para utilizarla en la realización de una tarea; y su sustrato neurobiológico correspondiente en el cerebro es el área prefrontal dorsolateral.
En varias investigaciones se ha observado que hay diferencias morfológicas y funcionales entre los encéfalos de los pacientes disléxicos y las personas sin dislexia. Lo que es curioso es que no parecen diferir tanto en la activación del área prefrontal del cerebro, sino más bien en el giro fusiforme izquierdo, el cual incide en el reconocimiento de caras y en la distinción de dos o más objetos muy similares. Cuando una persona con dislexia lee, el giro fusiforme cuenta con un menor nivel de activación que el de una persona sin este trastorno, lo cual podría explicar las dificultades para discernir las letras durante la lectura.
Bases neurológicas del TDAH
El TDAH o trastorno por déficit de atención con hiperactividad es un trastorno que se caracteriza por la persistencia de síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad, en mayor o menor nivel. En los últimos años se ha postulado una teoría que sostiene que la base del TDAH podría ser compartida con la dislexia, probablemente vinculada a la disfunción de las funciones ejecutivas y los circuitos atencionales. De ser así, tanto la atención voluntaria como las funciones ejecutivas tienen su sustrato neurobiológico en la corteza prefrontal.
Por si fuera poco, los perfiles ejecutivos de los niños, niñas y adolescentes con este trastorno parecen demostrar que lo que se ven afectadas son las funciones ejecutivas, ya que tienen un menor rendimiento en algunas de ellas como el control inhibitorio —la capacidad de regular o suprimir las propias respuestas en caso de corresponder—, la flexibilidad cognitiva —la capacidad de acomodar la conducta frente a los cambios del ambiente— o la memoria de trabajo.
Teniendo estos aportes en cuenta, podríamos sustentar la idea de que las dificultades de aprendizaje tienen como base neurológica las áreas cerebrales enunciadas, aunque la información desarrollada siempre podrá ampliarse o modificarse en función a los nuevos hallazgos a los que la comunidad científica arribe.