Sulpirida: usos, efectos secundarios y precauciones

Este medicamento antipsicótico regula los niveles de dopamina del cerebro.

Sulpirida.
Este fármaco es usado no solo en trastornos mentales, sino también en enfermedades neurológicas.

Existen una gran cantidad de trastornos y afecciones mentales causadas por un aumento de los niveles de una sustancia del sistema nervioso llamada dopamina, la cual, entre muchas otras funciones, se encarga de regular nuestras emociones.

La sulpirida es un fármaco antipsicótico que regula los niveles de dopamina en estos casos. A lo largo de este artículo hablaremos de las enfermedades en las que se le da uso, los efectos secundarios y las posibles precauciones que deben tomar quienes la consumen.

¿Qué es la sulpirida?

La sulpirida es un fármaco antipsicótico o neuroléptico, conocido popularmente como Dogmatil. Este antipsicótico se encuentra dentro de la categoría de los antagonistas específicos de receptores dopaminérgicos, ejerciendo un efecto concreto sobre los receptores D2 y D3.

Dado que es un fármaco antidopaminérgico su papel es el de actuar sobre los receptores de dopamina que se encuentra en el cerebro, impidiendo la liberación de este neurotransmisor. Las funciones de la dopamina son la de regular las respuestas emocionales, así como mediar en los movimientos corporales.

Además, la dopamina es la encargada de regular la experimentación de sensaciones como el placer, el dolor o la excitación.

Los niveles patológicamente altos de dopamina están asociados con enfermedades mentales como las psicosis y las esquizofrenia. Por este motivo, una gran cantidad de la medicación antipsicótica actual se crea con el objetivo de que esta bloquee los efectos de la dopamina.

¿En qué trastornos se utiliza este fármaco?

En adultos, la sulpirida ha resultado ser de gran eficacia en numerosos trastornos y afecciones psicológicas, otorgando notables mejoras en afecciones como las neurosis y los trastornos depresivos, así como en síndromes psicosomáticos, demencia senil, vértigos, manías, esquizofrenias o en enfermedades cuya sintomatología incluye delirios y paranoia.

Por otra parte, también se administra en niños que presentan graves problemas de comportamiento.

1. Neurosis

Por neurosis entendemos todas aquellas enfermedades o afecciones mentales vinculadas a las alucinaciones y a los delirios que se distinguen por presentar una serie de alteraciones nerviosas y emocionales sin que exista ninguna lesión física o daño orgánico que las justifique.

2. Trastornos depresivos

A pesar de que existe una gran variabilidad en cuanto a la sintomatología propia de los trastornos depresivos, existen una serie de manifestaciones prácticamente comunes a todos ellos.

Estos síntomas incluyen sensación de pesar o tristeza, irritabilidad, lloros y anhedonia. Esta última consiste en la incapacidad de sentir placer o disfrutar con actividades que anteriormente sí resultaban satisfactorias. Además, en la mayoría de los casos los patrones de sueño y comida también se ven alterados.

3. Síndromes psicosomáticos

A grandes rasgos, los síndromes o trastornos de carácter psicosomático son afecciones en las que la persona presenta una serie de síntomas físicos que no pueden ser justificados por ninguna enfermedad orgánica; sino que más bien se deben a una serie de padecimientos y molestias de carácter psicológico.

4. Demencia senil

La demencia senil es una enfermedad o síndrome degenerativo en el que la persona pierde la mayoría de sus capacidades cognitivas de manera gradual sobre todo a nivel cognitivo.

5. Vértigos

El vértigo es una afección causada por un daño o lesión en la zona del oído interno llamada laberinto vestibular y que se encarga de controlar nuestro equilibrio, o a un funcionamiento anormal de la información sensorial que llega de esta zona.

La sensación de vértigo es una impresión subjetiva en la que la persona percibe movimientos en los objetos y el contexto que la rodea. Esta percepción es muy parecida a la sensación de que “todo nos da vueltas”.

6. Manía

La manía o los episodios maníacos se incluyen dentro de los trastornos del estado ánimo. Esta se distingue por provocar una alteración del humor por la cual la presenta un incremento e intensificación de algunos pensamientos y emociones asociadas al frenesí.

Por lo general, estas personas presentan una gran excitabilidad, alteración, euforia, agitación constante y pérdida de la inhibición, entre muchos otros síntomas.

7. Esquizofrenia

La esquizofrenia es una enfermedad mental grave que engloba una serie de diagnósticos que se caracterizan por presentar alteraciones de la percepción, una falta de ajuste con la realidad y una desorganización neuropsicológica que afecta a numerosas funciones ejecutivas.

¿Cómo se administra?

La sulpirida se comercializa en formato tableta para ingerir por vía oral. A pesar de que la dosis puede variar según la enfermedad del paciente y la gravedad de esta, existen una serie de pautas en la dosis de este fármaco. Eso sí, hay que seguir al pie de la letra las instrucciones de los médicos.

En la administración en adultos, la dosis de sulpirida recomendada se encuentra entre 3 y 6 cápsulas al día. Las cuales deben repartirse en tres tomas a lo largo del día y, a ser posible, antes de las comidas.

No obstante, el profesional facultativo ajustará la dosis a las necesidades específicas del paciente, el cual no podrá modificarla bajo ningún concepto. Esto significa que no podrá aumentar ni disminuir la dosis, así como tampoco tomarla con más frecuencia de la indicada por el médico. De lo contrario, el paciente puede sufrir numerosas consecuencias en su salud como el síndrome de abstinencia.

En los casos en los que el paciente sienta que la medicación no le hace efecto, o percibe efectos secundarios no deseados, no debe de dejar la sulpirida por su cuenta ni de manera inmediata. Es recomendable que se ponga en contacto con su médico para que este le ajuste la dosis o, si fuera necesario, elimine el tratamiento de manera gradual.

¿Qué efectos secundarios posee?

Aunque no todos los pacientes los lleguen a experimentar, la sulpirida también posee una serie de efectos secundarios que pueden clasificarse según las áreas a las que afecta, así como según la probabilidad de aparición.

Alteraciones generales

Afecciones cardíacas

  • Descenso de la presión arterial al levantarse o poner en pie.
  • En raras ocasiones aparecen problemas de conducción del corazón o la afección Torsade de pointes.

Alteraciones hormonales

  • Incremento de los niveles de prolactina.

Trastornos del sistema reproductor

Estas afecciones están estrechamente relacionadas con el incremento de los niveles de prolactina. Incluyen las siguientes.

  • Amenorrea.
  • Secreción anormal de leche.
  • Aumento del tamaño del pecho tanto en mujeres como en hombres.
  • Dolor de pecho.
  • Alteraciones en el rendimiento sexual.
  • Anorgasmia.

Afecciones del sistema nervioso

  • Somnolencia.
  • Síntomas extrapiramidales asociados con Parkinsonismo.
  • Ralentización de los movimientos y del tono muscular.
  • Incapacidad para mantenerse sentado.
  • Disquinesia.
  • Convulsiones en muy raras ocasiones.

¿Qué precauciones se deben tomar con su consumo?

Al igual que el resto de fármacos, tanto antipsicóticos como de cualquier otra categoría, el paciente deberá de informar a su médico de cualquier enfermedad, alergia o condición especial de salud, antes de iniciar su tratamiento con sulpirida.

Asimismo, también deberá comunicar cualquier tratamiento con otras medicaciones, suplementos vitamínicos o compuestos naturales. El motivo es que pueden aparecer interferencias entre estos, así como disminuir su eficacia.

Debido a los efectos sedantes de la sulpirida, está totalmente contraindicado el consumo de alcohol durante todo el tratamiento. Al igual que aquellas personas que realicen actividades como conducción o manejo de maquinaria pesada, también deberán tomar precauciones especiales.

Finalmente, no se recomienda la administración de sulpirida durante el embarazo o la lactancia, puesto que esta puede ocasionar daños tanto en el feto como en el recién nacido.

Psicóloga Sanitaria y Sexóloga

Licenciada en Psicología por la Universitat de València. Especializada en Sexología Clínica y Terapia de Pareja por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) donde, entre otras cosas, descubrió su pasión por la psicología de la infertilidad. Para completar su formación clínica, realizó el Máster de Psicología General Sanitaria en la Universitat de Valencia.

Ha desempeñado labores de psicóloga en diversos centros, entre ellos la Unidad de Salud Mental del Hospital Clínico Universitario de Valencia y el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Barcelona.

Actualmente, Isabel compatibiliza su trabajo con un blog divulgativo llamado “Sexplícitamente Hablando”. En el que reflexiona sobre aspectos psicológicos de las relaciones personales y sobre la sexualidad.

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