Muchas veces, cuando hablamos acerca de lo que recordamos o dejamos de recordar estamos haciendo referencia no a conocimiento general sobre el mundo, sino sobre nosotros mismos y nuestras vivencias. En este caso nosotros somos los principales expertos, y no se puede hablar de tener más o menos cultura por conocer más o menos detalles sobre nuestra vida, ya que nosotros decidimos qué partes son relevantes y cuáles no.
Este tipo de memora basado en los recuerdos de nuestras vidas es la memoria episódica, y nuestro cerebro tiene un sistema de células nerviosas especializado en mantenerla en funcionamiento, l cual produce fenómenos curiosos. A continuación veremos cuáles son las características de esta capacidad mental.
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¿Qué es la memoria episódica?
La conocida como memoria episódica es el tipo de memoria encargado de procesar y almacenar la información autobiográfica de cada uno y, en concreto, aquella faceta de las propias vivencias que puede ser expresada en palabras o en imágenes. Dicho de otro modo, es el conjunto de procesos psicológicos superiores que crea recuerdos narrativos acerca de la propia vida, aquello por lo que se ha pasado.
Los recuerdos de la infancia son el ejemplo típico de memoria declarativa, ya que están compuestos por pequeñas historias, anécdotas que uno mismo ha vivido en primera persona y están vinculadas a información sobre contextos por los que uno ha pasado.
Así, la memoria episódica está compuesta por datos relativos a un lugar y a un momento situado en algún punto de nuestro pasado, independientemente de si estos recuerdos son más precisos o más desdibujados.
Por otro lado, y al contrario de lo que durante décadas se llegó a defender desde corrientes psicológicas relacionadas al psicoanálisis, estos recuerdos son casi siempre conscientes (y, por consiguiente, limitados), aunque en ocasiones, si la huella que dejaron es muy débil, pueden llegar a desaparecer durante un tiempo para reaparecer tímidamente después, aunque en ningún caso vuelven con todo lujo de detalles ni a través de una fase catártica; el caso de falsos recuerdos inculcados por otra persona es diferente, ya que no se corresponden con algo que ocurrió de verdad.
Distinguiéndola de la memoria emocional
Hay que tener en cuenta que la memoria episódica se solapa mucho con otro tipo de memoria que, a pesar de trabajar junto a la primera, se rige por lógicas diferentes: la memoria emocional.
Este conjunto de procesos mentales se encarga de dejar una huella emocional vinculada a experiencias pasadas, es decir, algo que no puede ser expresado en palabras.
Por ejemplo, cuando olemos algo que nos recuerda a nuestra juventud en un pequeño pueblo, esa información va más allá de las palabras y de lo que puede ser narrado y transmitido a los demás; al fin y al cabo, está compuesto por emociones subjetivas. Podemos explicar historias acerca de las cosas que vivimos en aquél lugar, pero no podemos contagiar emociones de un modo tan directo, solo una aproximación.
En definitiva, la memoria emocional no forma parte de la categoría llamada "memoria declarativa", compuesta por la semántica y la episódica, y por consiguiente no está compuesta por conceptos.
Partes del cerebro implicadas
Posiblemente, las dos estructuras cerebrales más relevantes en el funcionamiento de la memoria episódica son el hipocampo y la corteza cerebral, especialmente la que se encuentra en los lóbulos temporales.
Los hipocampos (pues hay uno en cada hemisferio del cerebro) son estructuras ubicadas en la cara interior de los lóbulos temporales, y se cree que actúan como "directorio" de información. Es decir, que codifican recuerdos pertenecientes a la memoria declarativa, y luego dejan que estos emigren a otras zonas del cerebro, repartidas por casi toda la corteza cerebral, que es donde quedan "almacenados" (especialmente importante es el papel de la corteza prefrontal).
En comparación, por ejemplo, la memoria emocional depende mucho más de otro par de estructuras conocidas como amígdalas, y no tanto de los hipocampos. De este modo, personas con los hipocampos dañados pueden recordar muy poco sobre su vida y, sin embargo, preservar respuestas emocionales ante ciertos estímulos vinculados a su pasado: una casa, una canción, etc.
Trastornos que la dañan
Como los recuerdos de la memoria episódica están repartidos por buena parte del encéfalo, existen muchas patología y tipos de accidentes capaces de dañarla. A la práctica, son las demencias las que más se ceban desgastando esta capacidad mental (junto al resto de tipos de memoria). El caso de la enfermedad del Alzheimer es conocido justamente porque los recuerdos autobiográficos se van perdiendo a medida que avanza la patología.
Otras enfermedades capaces de dañarla son los tumores cerebrales, las isquemias en el encéfalo, la encefalitis en alguna de sus variedades y un gran número de trastornos neurológicos graves, como el síndrome de Korsakoff o encefalopatías espongiformes que van agujereando los tejidos del sistema nervioso.
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