El cuidado de las personas mayores es una práctica que ha generado debates importantes en las últimas décadas. Es así porque, ante las transformaciones sociales y las más recientes crisis económicas, el envejecimiento ha empezado a ser reconocido como una de las etapas más expuestas a distintas condiciones de vulnerabilidad alrededor del mundo.
Debido a esto, los debates políticos y teóricos sobre las prácticas del cuidado se han vuelto fundamentales en la creación de estrategias para mitigar la vulnerabilidad de los adultos mayores y para fortalecer tanto las redes de apoyo como las políticas sociales.
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El cuidado de las personas mayores ¿es un problema?
El término cuidar proviene del latín cogitare, que significa pensar; por lo que puede entenderse como “pensar”, pero también como “tener una preocupación”. De ahí que su significado puede ser trasladado al de tener una preocupación de que ocurra algo indeseado, preocupación que se traduce en una práctica concreta: proteger a alguien de un evento indeseado, porque ese alguien tiene dificultades para hacerlo por sí mismo.
El cuidado es entonces una actividad racional que conecta con una dimensión emocional (Izquierdo, 2003): está centrado en el temor por la conciencia de vulnerabilidad del otro, cuestión que los seres humanos satisfacemos entre nosotros mismos por medio de las relaciones interpersonales.
Por eso, el cuidado es actualmente uno de los temas centrales en el desarrollo de nuestras sociedades. Por ejemplo, gran parte de las políticas sociales y sanitarias se organizan alrededor de preguntarse quién es objeto de cuidados, quién puede o debe satisfacer esa necesidad y cuales son las opciones disponibles para hacerlo.
Ante ello se ha detectado muchos retos. Entre otras, hay una pregunta que ha preocupado recientemente a la población mundial, especialmente a quienes han vivido el “baby-boom” después de la segunda guerra mundial: ¿quién nos va a cuidar en nuestro proceso de envejecimiento?
Cambios y retos del cuidado en la vejez
Frecuentemente la vejez se entiende como un problema, o en el mejor de los casos, como un reto o un desafío. Lejos de que la propia vejez tenga cualidades intrínsecas conflictivas, los retos han sido los propios cambios sociales y económicos que con frecuencia dejan a algunas personas al margen de las estrategias destinadas a cubrir necesidades básicas; lo que a su vez, genera posiciones pasivas y de escasa participación en los asuntos sociales.
Por ejemplo, la salud en la vejez es un reto, pero no por la vejez misma, sino porque la salud es cada vez más costosa, hay una mayor escasez de profesionales y de recursos materiales o económicos, su distribución y acceso son inequitativos; además de que han habido modificaciones importantes en los roles sociales y productivos de quienes han sido los principales cuidadores a lo largo de tiempo: las familias directas.
Como una de las alternativas para amortiguar esto, ha surgido el concepto de “envejecimiento activo”, que se refiere a la optimización de las oportunidades físicas, sociales e intelectuales centradas en la autonomía y los derechos de las personas mayores.
Este concepto ha permitido desarrollar algunas estrategias, no obstante, en algunos casos ha servido también para responsabilizar a la propia persona mayor de un problema que es social, político y económico; lo cual nos hace ver que este es un tema más complejo de lo que pudiera parecer.
A pesar de eso, en muchos contextos el envejecimiento está dejando de ser visto como un problema. Hay una tendencia a promover la participación social de los adultos mayores, y hacia repensar el concepto y las prácticas de cuidados, más específicamente aquellas relacionadas con la salud y la enfermedad.
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¿Quién cuida?
La red de apoyo familiar (el ratio de apoyo familiar), que es la familia directa, ha constituido la gran mayoría de los cuidadores y cuidadoras. No obstante, debido a los cambios socioeconómicos de las últimas décadas, los ratios de apoyo familiar se están modificado drásticamente.
Por ejemplo, en España se estima que la cifra de cuidadores pasará de ser 6 personas cuidadoras por cada adulto de 80 años, a ser solo tres personas para el año 2034. La consecuencia de esto ha sido un aumento considerable en las necesidades de cuidado de personas mayores, así como de los grupos o personas que se encargan de satisfacerlas.
Además, la práctica del cuidado tiene una dimensión de género muy importante: al ser algo que se ha entendido especialmente en relación con el espacio privado, también hemos sido las mujeres quienes nos hemos socializado en una mayor identificación con estos valores y tareas.
En consecuencia, gran parte de las prácticas de cuidado están conducidas por mujeres, e incluso se ha generalizado la creencia de que el cuidado es una ‘tarea femenina’. Por eso, otro de los grandes temas discutidos ha sido la ‘feminización de los cuidados’.
Así mismo, en muchas poblaciones, las mismas condiciones políticas y socioeconómicas han promovido que el cuidado sea además una tarea semiprofesional destinada a la población migrante, población que ha contenido gran parte del problema de la escasez de los cuidados.
Es decir que, actualmente se ha puesto sobre la mesa una carencia importante de los cuidados de personas mayores y de otras poblaciones que están en contextos de vulnerabilidad, así como la necesidad de generar nuevas estrategias políticas y socioeducativas tanto a nivel familiar como profesional. En este contexto adquiere relevancia el fortalecimiento de estrategias de solidaridad intrafamiliar en conexión con políticas sociales.
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5 propuestas de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Aunque el cuidado de personas mayores no es una práctica que se reduce únicamente a la salud, es en este sector en donde se han planteado algunos retos en concreto. Ante esto, la OMS ha comenzado a elaborar un programa llamado Estrategia y Plan de Acción Mundiales sobre el Envejecimiento y la Salud.
De esta manera, una parte importante de las prácticas de cuidados empiezan a ser responsabilidad de las organizaciones públicas, más allá de estar centradas en los espacios privados y en familiares. Algunas de las propuestas que integran este plan son las siguientes:
1. Compromiso con un envejecimiento saludable
Muy relacionado con el concepto de envejecimiento activo, hace referencia a un proceso de sensibilización para crear medidas sostenibles y políticas con base científica que puedan fomentar las habilidades de los adultos mayores y su autonomía.
2. Alineamiento de los sistemas de salud con las necesidades de personas mayores
Se trata de no desestimar la necesidad del sistema sanitario de organizarse en torno a la diversidad de la vejez, hacia detectar las preferencias de las personas mayores y hacia consolidar una buena red de asistencia profesional.
3. Establecimiento de sistemas para ofrecer atención crónica
Se discute la relevancia de potenciar que se detecten de maner oportuna las necesidades de atención crónica y a largo plazo, incluyendo los cuidados paliativos, y sobre todo desde el fortalecimiento de las infraestructuras y la capacidad del personal.
4. Crear entornos adaptados a las personas mayores
Debido a la relación entre cuidado y vulnerabilidad, una de las cuestiones más importantes en el tema es extender las medidas necesarias para evitar el estigma y la discriminación, así como para potenciar la autonomía y el empoderamiento desde los niveles más básicos y cotidianos.
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5. Mejorar las mediciones, el seguimiento y la comprensión
Finalmente, la OMS reconoce la necesidad de potenciar las investigaciones centradas en el envejecimiento, así como crear nuevos mecanismos de medición y de análisis que sean diversos, y que permiten comprender y atender la complejidad de los cuidados en la vejez.
Referencias bibliográficas:
- Organización Mundial de la Salud (2018). Envejecimiento y salud. Hechos clave. Recuperado 30 de abril de 2018. Disponible en http://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/envejecimiento-y-salud.
- Alfama, E., Ezquerra, S. & Cruells, M. (2014). Envejecer en tiempos de crisis. Recuperado 30 de abril d 2018. Disponible en https://www.academia.edu/10729630/Envejecer_en_tiempos_de_crisis.
- Abellán, A. & Pujol. R. (2013). ¿Quién cuidará de nosotros cuando seamos octagenarios? Recuperado 30 de abril de 2018. Disponible en https://envejecimientoenred.wordpress.com/2013/09/02/quien-cuidara-de-nosotros-cuando-seamos-octogenarios/.
- Izquierdo, M. J. (2003). El cuidado de los individuos y de los grupos: quién se cuida. Organización social y género. Ponencia presentada en el Congreso Catalán de Salud Mental. Grupo de trabajo sobre identidad, género y salud mental. Recuperado 30 de abril de 2018. Disponible en http://www.debatefeminista.cieg.unam.mx/wp-content/uploads/2016/03/articulos/030_08.pdf.