Hace ya muchas décadas (más de las que, a priori, imaginamos) que los videojuegos forman parte de nuestra vida. Muchas generaciones de niños se han divertido a través de esta popular forma de entretenimiento, y no podemos negar que los videojuegos nos han deparado a todos muchas horas de juego y distracción. Ahora bien, ¿podemos considerar los videojuegos como una forma de creación artística?
Esta es una pregunta que, últimamente, ha dado bastante que hablar. Muchos diseñadores de videojuegos han reclamado su lugar en el panorama artístico y, realmente, razón no les falta. Porque, si bien los videojuegos empezaron siendo programaciones informáticas muy básicas, desde hace años son un prodigio de imaginación y creatividad: desde los tremendos gráficos usados hasta las trepidantes historias, que podrían ser perfectamente el argumento de una película (y, de hecho, encontramos muchos filmes basados en videojuegos).
En este artículo analizaremos si son arte los videojuegos, y por qué.
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¿Se pueden considerar arte los videojuegos?
Esta pregunta, aunque parece fácil de responder, no lo es tanto. Porque, si bien existen videojuegos que, como ya hemos apuntado, son auténticos prodigios de creatividad, también es cierto que otros presentan un argumento mucho más básico.
En esto tiene mucho que ver el momento histórico en que se desarrolla cada videojuego. Porque no son lo mismo los primeros videojuegos de los años 50 (sí, has leído bien, ¡años 50!) que los actuales. Empecemos, pues, por hacer un breve recorrido por la historia de los videojuegos.
¿Cuál fue el primer videojuego?
Pues dependerá del experto con quien hables. Porque ni siquiera hoy en día la comunidad internacional se pone de acuerdo en este sentido. Está casi unánimemente aceptado que el primer videojuego fue el famoso Pong, desarrollado por Atari y lanzado en 1972. Pero esto no es exactamente así, ya que a este juego le precedió, solo por unos meses, el Magnavox Odyssey. Y aquí tenemos la primera polémica.
Pero el tema va más allá, porque muchos expertos se remontan a la década de 1950 para situar el nacimiento de los videojuegos. El videojuego que marca el inicio de este entretenimiento sería, en este caso, Noughts and Crosses, diseñado por A.S Douglas y lanzado al mercado en 1952. Este juego era un simple y básico tres en raya, en el que el jugador podía interactuar con la máquina. A este videojuego le seguiría el Tennis for Two (1958), desarrollado por William Higginbotham y que sería el primero que permitiría el juego entre dos personas.
Para otros, la fecha del primer videojuego es 1951. Para afirmar esto se basan en la existencia del Nimrod, una máquina creada por John Benett que se presentó en el Festival de Gran Bretaña de ese año y que proponía a los visitantes juegos y acertijos matemáticos. Para muchos, pues, ese es el primer videojuego de la historia.
¿Lo es? Pues… técnicamente, no. Porque si viajamos nada menos que a 1939 (justo cuando empezaba la Segunda Guerra Mundial), encontramos que Edward Uhler Condon, reputado físico nuclear, diseñó el Nimatron, la primera máquina contra la que el jugador podía competir. El Nimatron ofrecía también juegos matemáticos, y se presentó en la Exhibición de Westinghouse de 1940. De hecho, parece ser que el Nimrod de Benett se basó en este primer prototipo.
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¿Eran arte estos primeros videojuegos?
Se puede afirmar que, obviamente, estos primeros videojuegos no eran arte. Se trataba de programas informáticos muy básicos, donde no tenía cabida ningún tipo de creatividad. Por ejemplo, el Noughts and Crosses, también conocido como OXO, era una simple pantalla negra que presentaba ceros y cruces (un tres en raya) en verde. Por supuesto, estamos hablando de 1952; la informática estaba todavía dando sus primeros pasos, especialmente, en el ámbito del juego doméstico.
En realidad, estos primeros juegos no estaban pensados para tener en el hogar. No fue hasta la década de 1960, con la aparición del videojuego Fox and Hounds, que se inicia la revolución del juego doméstico. Este juego evolucionaría, ya en la década de los 70, en el ya citado Magnavox Odyssey, el primer sistema doméstico que se conectaba a la televisión. El juego fue desarrollado por Ralph Baer, apodado el “padre de los videojuegos”, y está considerada la primera videoconsola de la historia.
¿Eran, pues, arte estos primeros videojuegos? Depende de lo que entendamos por arte. Si como tal también incluimos todo lo creado por el ser humano más allá de la expresión creativa, entonces podemos decir que sí, que estos primeros juegos eran arte. Pero estrictamente hablando, y tomando la definición que de la palabra arte nos da la RAE (en el siguiente apartado), no podemos considerar estos primitivos diseños informáticos como expresión artística.
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Entonces, ¿cuándo empiezan a ser arte los videojuegos?
La RAE define arte como: “manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. En base a esta definición, está claro que no podemos considerar arte a estos videojuegos primitivos, puesto que no suponen ninguna interpretación personal de la realidad o de lo imaginado. Son, simplemente, máquinas que permiten interactuar con un ordenador.
Pero poco a poco, los diseñadores van perfeccionando sus videojuegos, y entonces se abren nuevas y grandes posibilidades. La década de los 80 supone un verdadero boom en este sentido; y más tarde, en la década de los 90, los videojuegos alcanzan su época dorada.
Los 90 suponen la revolución del 3D. Se empiezan a diseñar videojuegos con entornos tridimensionales, como el famoso Doom (1993). Esta nueva interpretación de los videojuegos presenta una fuerte carga creativa, ya que los diseñadores perfeccionan no solo los escenarios, sino también los personajes y las historias. Y es aquí cuando podemos empezar a hablar del videojuego como expresión artística, ya que su desarrollo implica, como ya hemos comentado, una buena historia (a la manera de las películas o las novelas) y unos buenos gráficos que envuelvan al jugador.
En la década de 1980, algunos museos de arte exhibieron videojuegos que ya por entonces estaban obsoletos, dejando claro que sí, efectivamente, los videojuegos forman parte de la expresión artística.
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Las primeras obras de arte del videojuego
Estos son algunos de los primeros títulos que pueden ser considerados formas de arte en el mundo de los videojuegos.
Loom (1990)
Entre estas primeras joyas está, sin lugar a duda, Loom (no confundir con el ya citado Doom), desarrollado y lanzado por la compañía LucasFilm Games en el año 1990. Loom supuso un giro en el mundo de los videojuegos, ya que supone una auténtica revelación artística. El juego diseñado por LucasFilm Games combina de forma perfecta gráficos maravillosos, una historia inolvidable a la altura de las mejores novelas de aventuras y un background envolvente, basado en música inspirada en el Lago de los Cisnes de Tchaikovsky. Realmente, ¿se puede no considerar arte a un videojuego con semejantes características?
Loom es fantasía pura. Fue el cuarto juego que usó el motor SCUMM (Script Creation Utility for Maniac Mansion). Este motor permitía soportar las aventuras gráficas de Loom, tal y como había hecho anteriormente con la no menos magnífica Maniac Mansion (1987), también de LucasFilm Games. La historia de Loom es tan sofisticada y elaborada como cualquier novela, y recoge elementos de la mitología griega, así como de una Edad Media repleta de fantasía. Los gráficos se suman a este mundo maravilloso con ambientaciones realmente mágicas, muy diferentes al resto de la oferta de la época. Estos gráficos, desarrollados por Mark Ferrari y Gary Winnick, consiguen plasmar, con la precaria tecnología de píxeles de la época, unos detalles asombrosos.
El creador de Loom, Brian Moriarty, lo expresaba así en una entrevista a Aventura y Cia: “Quedé entusiasmado con las posibilidades que aquello ofrecía. ¿Y si hiciésemos que la programación y la historia de estos juegos fueran mucho más sofisticados? ¿Y si los metiéramos en cajas y los vendiéramos como libros?”. Creemos que estas frases entrañan una evidente conexión con la expresión artística.
Monkey Island (1990)
A partir de entonces, el mundo de posibilidades artísticas en los videojuegos se amplió considerablemente. La segunda joya del videojuego, también lanzada por LucasFilms Games, fue la exitosa Monkey Island, creada por Ron Gilbert, a la que seguirían nada menos que 4 juegos más. En esta ocasión, la historia giraba en torno a un joven, Guybrush Threepwood, que desea ser el mejor pirata del Caribe. El argumento es un prodigio de ocurrencias y originalidades, aderezado con un sentido del humor muy peculiar que le da su sello personal.
Monkey Island representó la continuación de las aventuras gráficas, que permitían a los diseñadores afilar su imaginación. De nuevo, es imposible no hablar de arte cuando nos referimos a este tipo de juegos, ya que combinan a la perfección buenas historias, buenos diseños y excelentes bandas sonoras. ¿Qué diferencia hay, entonces, con una película, enmarcada, por cierto, en el llamado séptimo arte?
Los videojuegos como interés cultural
En 2006, el Ministerio de Cultura francés dictaminó que los videojuegos eran un bien de interés cultural. Esto no solo es cierto en cuanto a que son parte de la expresión artística humana, sino también porque son un vehículo muy acertado para la transmisión de valores y patrimonio cultural.
En 1996, Cyro Interactive lanzó al mercado Versailles 1685, un juego de aventuras ambientado en la época de Luis XIV en el emblemático palacio francés. El videojuego era una aventura gráfica más, pero tenía una peculiaridad: mientras el jugador avanzaba en la historia, podía hablar y entrevistarse con personajes reales que existieron en la época. No solo eso; los gráficos, absolutamente fantásticos, reproducían con absoluta fidelidad y realismo el palacio de Versalles, por lo que, en realidad, el jugador realizaba, al mismo tiempo, una visita interactiva. La música de fondo, además, consistía en obras musicales de la época, joyas del barroco de las que se podía consultar información.
Todo esto hacía de Versailles 1685 un juego muy completo, ya que no solo permitía vivir una trepidante aventura (en la que el jugador debía desenmascarar un complot contra el rey), sino que, a su vez, lo sumergía en un momento histórico concreto y le permitía visitar uno de los monumentos más significativos de Francia.
Los videojuegos, la imaginación y la creatividad
A lo largo de las décadas de existencia de los videojuegos, hemos asistido a un perfeccionamiento de los diseños y los argumentos, que convierten a este tipo de entretenimiento, en ocasiones, en auténticas obras de arte. Como en todos los sectores artísticos, en el mundo del videojuego hay obras de mayor y de menor calidad, pero eso solo está relacionado con los creadores, que son, en este caso, los artistas.
Los videojuegos permiten, al igual que la pintura, la literatura o la música, dejar volar la imaginación. Han pasado de ser simples programaciones, como la máquina que, en 1940, presentó Edward Uhler Condon, a ser auténticos prodigios de creatividad y diseño. Ante semejantes resultados, ¿cómo no considerar los videojuegos como una expresión artística más?
Un estudio realizado por la Universidad Estatal de Michigan y liderado por la profesora de psicología de la facultad, Linda Jackson, concluyó que los niños y las niñas que juegan a videojuegos son más creativos. Esto está relacionado, por supuesto, con el diseño de los desarrolladores de videojuegos, cada vez más implicados en estimular con su obra la creatividad de los pequeños (y los no tan pequeños). El estudio deja claro que, dentro de este estímulo, no se contempla el uso masivo de ordenadores y smartphones, que puede conllevar el efecto contrario.
Conclusiones
En los últimos años, muchos han sido los países que han establecido sentencias que consideran los videojuegos como expresión artística. Es el caso de Estados Unidos, cuya Corte Suprema dictaminó, en 2011, que los videojuegos eran una forma de arte y, como tal, gozaban de protecciones. También Alemania, en 2018, consideró oficialmente este tipo de entretenimiento como arte. Y ya hemos comentado que, un poco más atrás en el tiempo, en 2006, el Ministerio de Cultura de Francia los consideró bienes culturales, además de expresión artística.
Estas consideraciones a niveles gubernamentales no aparecen, como ya hemos visto, porque sí. Durante todo el artículo hemos ido constatando que los videojuegos son una forma más de expresión de ideas y creatividad, además de un estímulo para la imaginación, por lo que, efectivamente, deben ser considerados arte, de la misma manera que lo son una buena película o un buen libro.