El juego es una parte esencial del desarrollo psicológico de los niños y niñas, y es por ello que es mucho más que una forma de ocio. No, los pequeños de la casa no juegan simplemente porque tienen más tiempo libre que los adultos; este tipo de actividades son necesarias y surgen de ellos de manera prácticamente innata (si se dan las circunstancias adecuadas para poder llevar una vida normal).
Pero otro de los aspectos del juego en la infancia es que no se trata de una experiencia individualista, sino que involucra también a los padres y madres. Por ello, en este artículo hablaremos acerca del modo en el que el juego entre padres e hijos es clave para el bienestar de los pequeños.
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¿Cuáles son los efectos positivos que aporta la práctica del juego entre padres e hijos?
En la actualidad las modalidades de juego con los hijos se han visto progresivamente sustituídas por otras formas de ocio y diversión más vinculadas al uso de aparatos tecnológicos de todo tipo, que no siempre permiten el disfrute colectivo en el que participa toda la familia.
Para recordar el gran beneficio que tiene el juego entre padres e hijos, a continuación presentamos un listado de beneficios de este tipo de práctica en familia.
1. Potencia el desarrollo y fortalecimiento del apego
El apego es el vínculo emocional y afectivo de carácter intenso que se establece entre padres e hijos al realizar cualquier actividad que los una, y el juego es una de esas actividades esenciales para desarrollarlo y fortalecerlo.
El juego con los hijos permite compartir tiempo juntos estableciendo un diálogo apoyado en la empatía y la interpretación de los estados mentales del otro. Y por supuesto, permite pasar un buen rato en familia compartiendo emociones y sentimientos positivos que inciden de manera directa en el desarrollo afectivo-emocional y cognitivo de los hijos. Los pequeños vinculan la sensación de bienestar y la diversión a la presencia de sus padres, madres y/o cuidadores.
En definitiva, todas las familias que ponen en práctica un modelo de crianza positivo con sus hijos acostumbran a programar con relativa frecuencia sesiones de juego de todo tipo con sus hijos de corta edad, con el objetivo de crear vínculos positivos o mantener los que ya existen.
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2. Da apoyo en la transmisión de valores
El juego es un mecanismo de aprendizaje indispensable en todos los niños pequeños y jugar con ellos nos ofrece a los padres la posibilidad de enseñar una serie de valores y normas de conducta en el juego como el respeto, el juego limpio y sin trampas, saber perder y también saber ganar.
Los hijos no están especialmente dotados para memorizar información textual, y para ellos es mejor interiorizar elementos culturales mediante historias, símbolos, y experiencias ligadas al juego en general. Además, tienen como modelo de conducta a sus padres, y a edades muy tempranas suelen imitar su comportamiento, por eso el juego resulta de gran importancia para enseñar todo tipo de conocimientos en un contexto de simulacros y de preguntas del tipo “¿qué pasaría si…?”.
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3. Es un medio de aprendizaje sobre el entorno
Además de aprender pautas de conducta y valores esenciales, el juego también sirve a los niños para aprender acerca del mundo que les rodea, y eso sucede desde el momento en el que nacen.
La investigación científica en los ámbitos de la psicología y la medicina han evidenciado todos los beneficios que tiene el juego para el desarrollo cognitivo y emocional del niño, y cada vez son más los descubrimientos que se realizan acerca de la importancia del juego en los niños pequeños.
De este modo, la presencia del padre o de la madre en las sesiones de juego del pequeño pueden ayudarle a descubrir propiedades acerca del mundo, como ciertas leyes de la física básicas, juegos de luces, el comportamiento de los animales, y otras vivencias que quizás por sí mismos no habrían explorado porque ni siquiera se plantean esas cosas.
Además de eso, el juego también estimula la creatividad y la imaginación, gracias a las historias que se crean narrando las aventuras de los distintos juguetes que tienen a su disposición y también las motricidades gruesa y fina (al manipular objetos en la imaginación en juegos como los puzzles, los juegos de construcción, etc.).
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4. Ayuda a comprender la manera de pensar del pequeño
Además de enseñar conocimientos muy valiosos a los hijos, el juego también nos permite aprender mucho acerca de ellos, conocerlos más a fondo viendo las metáforas y el tipo de pensamiento mágico/supersticioso a través del cual interpretan lo que ocurre. Y eso ayuda a entender con mayor detalle cómo es su mundo interior y cómo conciben su entorno.
Este fenómeno resulta también de gran importancia para establecer un vínculo social y afectivo positivo entre padres e hijos, ya que si nos entendemos mejor nos podremos llevar mejor con nuestros hijos y tendremos relaciones más satisfactorias.
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5. Ayuda a descubrir sus intereses y aficiones
Otra de las funciones esenciales del juego es la que nos permite tanto a los padres como al propio niño o niña sus intereses, aficiones, habilidades, aptitudes y virtudes de todo tipo, algo que influirá de manera muy notable y positiva en la creación de su personalidad adulta.
Por otro lado, el juego también nos permite detectar aquellas limitaciones o déficits que pueda tener nuestro hijo, del tipo que sea, y trabajar conjuntamente para mejorarlos.
6. Ofrece un entrenamiento en habilidades sociales
Como se ha indicado, el juego promueve de manera evidente el desarrollo de las habilidades sociales del pequeño, ofreciéndole la oportunidad de interactuar socialmente con más personas y de poner a prueba su conocimiento de todo lo relativo a las relaciones interpersonales.
Al colaborar para crear historias y tramas narrativas interesantes, respetando ciertas normas el juego, nuestros hijos aprenden a divertirse teniendo en cuenta las personas que están a su alrededor y aprendiendo conceptos como el respeto, la empatía, la asertividad, la paciencia y la escucha activa.
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7. Mejora la autoestima
Mostrar que tenemos en cuenta la opinión de nuestros hijos a la hora de jugar en familia, e incluirlos en nuestros planes para que se sientan uno más del núcleo familiar contribuye notablemente a mejorar sus niveles de autoestima.
Tanto el bienestar que genera el juego sano en familia, como la sana competición y la diversión colectiva, son algunos de los elementos que aumentan la autoestima del niño o la niña y le ayudarán en el futuro a confiar en sus posibilidades.
8. Aporta un entrenamiento en control emocional
Además de servir para aprender una serie de dinámicas y estrategias tanto cognitivas e intelectuales como afectivas, el juego con los padres también sirve para trabajar el control emocional del niño.
Aspectos como la regulación emocional, la expresión pautada y ordenada de las emociones y la sanción de las rabietas, son elementos esenciales que se aprenden jugando en familia.
9. Promueve el bienestar emocional familiar
Tal y como hemos comentado, existen una gran variedad de elementos que contribuyen al bienestar emocional, cognitivo y afectivo de todos los participantes en el juego, tanto de padres como de hijos.
Además de eso, la investigación científica ha descubierto que durante un período de felicidad y relajación como es el juego, el organismo humano libera una serie de endorfinas y de hormonas como la dopamina, relacionadas con los procesos de aprendizaje y el desarrollo de metas ligadas a experiencias motivadoras.
10. Promueve otros hábitos saludables
Un niño que crezca jugando de manera frecuente con sus padres será más proclive a integrar en su día a día otros hábitos saludables, como pueden ser la realización de actividades deportivas de todo tipo o la interacción social sana con otras personas.
La educación desde la infancia en actividades saludables como el juego o el deporte, en detrimento del uso indiscriminado de dispositivos tecnológicos de todo tipo, son un activo muy importante en la vida del niño, en su correcto desarrollo y en su personalidad futura.
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