Uno de los tipos de trastorno mental más conocidos es el de los trastornos psicóticos. Este tipo de trastorno, considerado trastorno mental grave, genera un elevado nivel de sufrimiento a quien lo padece y a su entorno.
Los síntomas típicos de este tipo de trastornos, entre los cuales destacan la esquizofrenia y el trastorno esquizoafectivo, pueden ser muy invalidantes y alterar en gran medida la calidad de vida de quien lo padece si no recibe tratamiento. Además de ello, se trata de uno de los tipos de trastorno mental con mayor nivel de estigmatización social, algo que dificulta aún más la situación de quien lo padece.
Afortunadamente, se cuenta con diferentes tratamientos que facilitan el manejo y mantienen la estabilidad de los pacientes, destacando entre ellos el tratamiento farmacológico. Es posible encontrar un gran variedad de fármacos antipsicóticos o neurolépticos. Uno de ellos es la perfenazina, de la que vamos a hablar en este artículo.
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La perfenazina: un antipsicótico típico
La perfenazina es uno de los diversos fármacos que forman parte del grupo de los antipsicóticos o neurolépticos. Se trata de una sustancia psicoactiva de gran efectividad en el tratamiento de la sintomatología psicótica, que actúa reduciendo el nivel de actividad de determinados neurotransmisores.
Es considerado un antipsicótico de potencia media, resultando bastante más potente (se calcula que hasta cinco veces más) que la clorpromacina y siendo especialmente efectivo en el tratamiento de la sintomatología positiva (esto es, aquellos que se añaden al funcionamiento habitual de los pacientes como las alucinaciones y delirios, el comportamiento desorganizado o la agitación).
Dentro de los antipsicóticos, la perfenazina se clasifica como uno de los antipsicóticos típicos o clásicos, los cuales si bien resultan de gran utilidad en el tratamiento de los síntomas antes citados no tienen gran efecto sobre la sintomatología negativa (síntomas que disminuyen la funcionalidad y capacidades del sujeto, como la abulia o pobreza de pensamiento), e incluso podrían llegar a provocar un agravamiento).
Además de ello pueden acarrear la aparición de síntomas secundarios considerablemente molestos e invalidantes, siendo estos dos factores elementos que confluyeron en que se siguiera investigando hacia un mecanismo de acción más favorable y que conduciría a la generación de los antipsicóticos atípicos o de segunda generación.
Ello no quiere decir que la perfenazina y otros antipsicóticos típicos no se empleen en la práctica clínica, pero no suele ser la primera opción terapéutica y acostrumbra a emplearse cuando otros fármacos no son efectivos.
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Mecanismo de acción
Al igual que la mayoría de antipsicóticos, el principal mecanismo de acción de la perfenazina se da a través de su actuación en la dopamina cerebral. Concretamente, la perfenazina actúa bloqueando los receptores D2 de dopamina del cerebro.
Y es que se ha observado que los pacientes con esquizofrenia u otros trastornos psicóticos suelen tener un exceso de dopamina en la vía mesolímbica, exceso que se ha visto relacionado con la sintomatología positiva. De este modo la perfenazina bloquea los receptores de dopamina de esta vía a nivel postsináptico, haciendo que su actividad sobre esta región sea menor y reduciendo la agitación y la sintomatología positiva.
Sin embargo, la acción de la perfenazina no es selectiva: el bloqueo de los receptores D2 se produce no solo en la vía mesolímbica sino también en otras áreas cuyos niveles de dopamina no estaban alterados, o incluso en zonas en que algunas personas tienen un déficit de esta sustancia.
Concretamente se ha vinculado la sintomatología negativa (abulia, apatía ,etc) con un déficit de esta sustancia en la vía mesocortical, de tal manera que la actuación de la perfenazina no ayudaría a solucionar este tipo de síntomas o incluso podría agravarlos. Esto hace que puedan aparecer diferentes efectos secundarios en función de la vía que sufra una disminución innecesaria de sus niveles de dopamina, algo que puede alterar aspectos tan diversos como la motricidad, la sexualidad o sistemas tan diversos como el motor, el sexual o el sueño.
Además de lo anterior, la perfenazina también interactúa con la noradrenalina, la histamina, la serotonina y la acetilcolina.
Principales indicaciones
La principal indicación de la perfenazina, como antipsicótico que es, es el del tratamiento de la esquizofrenia. En este sentido es especialmente eficaz en el tratamiento de los síntomas positivos como los anteriormente citados alucinaciones y delirios. Resulta especialmente útil en aquellos pacientes con elevado nivel de agitación (ya que tiene efectos sedantes) y agresividad. También en pacientes catatónicos.
Además de ello, en algunos casos la perfenazina es empleado como antiemético, permitiendo el control de vómitos y náuseas en pacientes con problemas graves y emisión constante y peligrosa de vómito. En algunos casos también puede emplearse en el tratamiento de episodios maníacos.
Efectos secundarios
La perfenazina es un fármaco eficaz y de gran utilidad, pero al igual que el resto de fármacos tiene un gran número de posibles efectos secundarios de gran relevancia. Y es que como hemos dicho anteriormente, la perfenazina puede provocar diferentes efectos secundarios molestos en diferentes vías nerviosas, que a su vez pueden alterar diversos sistemas corporales.
Algunos de los diferentes síntomas secundarios que pueden ocurrir son la somnolencia, la aparición de cefaleas, mareos y visión borrosa, sequedad o exceso de salivación, la aparición de síntomas parkinsonianos como temblores, espasmos y movimientos involuntarios como los propios de la discinesia tardía. También puede aparecer aumento de peso, pérdida de apetito, diarrea o estreñimiento. Otros síntomas posibles son la aparición de hipotensión arterial, la hiperglucemia, la pérdida de líbido y la aparición de galactorrea (independientemente del sexo) y ginecomastia.
Los problemas de sueño, a pesar de la existencia de somnolencia, también son posibles al igual que los problemas urinarios (por exceso o defecto), la ictericia y la aparición de agitación y disminución de la capacidad de expresión facial. Asimismo también es posible que genere un aumento de la sensibilidad a la luz solar, fiebre, erupciones cutáneas, orina oscura, leucopenia, trombocitopenia o priapismo.
Síntomas más graves pueden ser la confusión, la posible aparición de arritmias y bradicardias, hipertermia, convulsiones e incluso síndrome neuroléptico maligno (un peligroso síndrome que puede llegar a provocar la muerte del paciente, siendo uno de los motivos que lleva a precisar de un control preciso de la dosificación).
Contraindicaciones
Además de lo anterior hay que tener en cuenta que algunos sectores de la población tienen contraindicado este fármaco, o bien debe valorarse cuidadosamente su consumo. Entre ellos destacan todas aquellas personas que hayan padecido lesiones cerebrales, enfermedades hepáticas o renales, crisis epilépticas, depresión mayor, problemas respiratorios o problemas cardíacos o cardiovasculares (especialmente en el caso de infarto previo). Asimismo, está contraindicado para aquellas personas que hayan tenido feocromocitoma (tumor de la médula suprarrenal).
Otro sector de la población que tiene contraindicado este fármaco es el de las personas con diabetes, dado que tiende a aumentar el nivel de glucemia. También es necesario tener en cuenta la posible interacción con otros fármacos y drogas, que pueden intensificar o anular el efecto del fármaco con resultados peligrosos para la salud. Por ejemplo, está contraindicado su uso ante sustancias depresoras como el alcohol y otras drogas. Ancianos con demencia también lo tienen contraindicado, habiéndose observado que en este tipo de pacientes aumenta la probabilidad de deceso.
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