16 curiosidades sobre la Edad Media

Algunas de las anécdotas y curiosidades más interesantes sobre la sociedad de la época medieval.

Curiosidades sobre la Edad Media

La Edad Media es una de las épocas más incomprendidas de la historia por la gran cantidad de bulos y leyendas que corren sobre ella. Pero, quizá precisamente por esto, resulta muchísimo más interesante adentrarse en este periodo y rescatar su auténtica personalidad.

Curiosidades interesantes sobre la Edad Media y la sociedad medieval

¿Cómo se embellecían? ¿Qué eran las casas de baños y qué se hacía en ellas? ¿Cuándo se fundó la Inquisición? ¿Existió realmente el derecho de pernada? ¿Quién fue Christine de Pizan?

Os dejamos 15 anécdotas curiosas sobre la época medieval que no os dejarán indiferentes.

1. El mito de la mala higiene

Lejos de lo que comúnmente se cree, la Edad Media fue un periodo en el que la higiene y el cuidado personal estaban a la orden del día. En las clases pudientes, las damas se valían de un sinnúmero de tratados de belleza para conseguir lo que era el ideal femenino de la época: una mujer pálida y rubia, de dientes blancos y perfectos.

Con este objetivo, en los tocadores de las damas abundaban los aceites y ungüentos, el jabón y los perfumes. Los olores más apreciados eran el aroma de lavanda, de rosas y de azahar. Así mismo, las damas también tenían en su haber pequeñas pinzas depilatorias, que usaban sobre todo para depilarse el vello facial. Ello dio origen a curiosas modas, como la que estuvo en boga especialmente en los siglos XIV y XV: depilarse las cejas por entero.

2. Ir a las casas de baño… a ligar

Las casas de baño eran algo usual en el Medievo. Los que no tenían bañeras en su casa, podían acudir por un módico precio a los numerosos establecimientos que se encontraban en las ciudades. Allí, el cliente se aseaba, comía y charlaba con sus conocidos, tal y como hacían los romanos en las termas.

Un dato curioso de estas casas de baño medievales es que hombres y mujeres compartían las instalaciones y, a menudo, las bañeras. En el edificio había también reservados con camas, donde los interesados podían pasar un buen rato en agradable compañía.

3. A todo color

Al contrario de lo se suele pensar, los hombres y las mujeres medievales adoraban el color. En la Edad Media, este era la manifestación fehaciente de Dios, en tanto que el color no era más que luz, la emanación divina.

Curiosidades de la época medieval

Este amor por los colores se manifestó de diversas maneras: desde los maravillosos y coloridos retablos a las vidrieras de las catedrales, pasando, por supuesto, por la ropa. A menudo, esta obsesión por los colores llamativos les llevaba a combinar tonos imposibles: no era para nada extraño que un caballero llevara una calza de color rojo y la otra azul, o que una dama cubriera su vestido púrpura con un chal carmesí y la cabeza con un velo amarillo.

4. Los altísimos chapines

Si nos creemos que las sandalias de plataforma son un invento moderno, nada más lejos de la realidad. Durante los siglos medievales se pusieron de moda los llamados chapines, un tipo de calzado que las mujeres se ponían al salir a la calle. Estos zapatos, con suela de corcho y cubiertos por terciopelo, podían alcanzar una altura de hasta… ¡50 cm!

5. El papa y el emperador se llevan mal

Sí, en la Edad Media la fe lo impregnaba todo. Esto es así. Pero lo que no es cierto es que la Iglesia pudiera hacer y deshacer a su antojo. A partir de la reforma gregoriana (siglo XI), los papas intentaron imponer su supremacía sobre el poder temporal, y el resultado fue el inicio de una querella entre papado e imperio que se prolongó durante siglos.

Las relaciones entre los papas y los emperadores del Sacro Imperio no fueron siempre buenas. De hecho, el emperador Enrique IV osó cuestionar el poder del papado, y por ello fue excomulgado en dos ocasiones. Por su parte, su sucesor, Federico II, alcanzó la nada desdeñable cifra de tres excomuniones.

6. Monasterios… dúplices

Precisamente hasta la reforma gregoriana los monasterios dúplices (es decir, donde convivían monjes y monjas) eran bastante habituales. Las instalaciones estaban separadas por la iglesia del monasterio, pero hombres y mujeres compartían espacios comunes como el scriptorium. Conocido es el caso de la monja Ende, considerada una de las primeras mujeres artistas de la que se conserva el nombre, que iluminó el Beato de Girona junto a su compañero, el monje Emeterio.

7. Las mujeres también van a las Cruzadas

Obviamente, no como guerreros, pero sí se desplazaban físicamente a Tierra Santa, siguiendo a maridos y a familiares. El mito de la doncella que se queda en el castillo, esperando pacientemente el regreso del cruzado no es más que eso, un mito. Sí que había mujeres que preferían quedarse en sus tierras (donde, por cierto, tomaban las riendas en ausencia del esposo), pero existen otros casos en que las mujeres se lanzaban a la aventura con sus maridos. Famosos son los casos de Leonor de Aquitania, quien acompañó al rey Luis VII de Francia en su viaje a los santos lugares, y el de su sucesora, la reina Margarita de Provenza, esposa de Luis IX de Francia.

8. La trágica historia de Abelardo y Eloísa

Mucho antes de que naciera la leyenda de Romeo y Julieta, existió una pareja de enamorados de los que sí tenemos absoluta constancia. Vivieron en el siglo XII, en pleno despegue de las universidades, y se caracterizaron por su educación y cultura. Hablamos de Pedro Abelardo y Eloísa de Argenteuil.

Ella fue su alumna, y durante las lecciones se enamoraron profundamente. El tío de Eloísa se oponía al romance y, a pesar de que los jóvenes se casaron y que Eloísa había tenido un hijo, finalmente tuvieron que separarse e ingresar en sendos conventos.

9. En la Edad Media también se reía

Si bien es cierto que la Iglesia no siempre vio con buenos ojos la risa, no faltaron en la Edad Media obras y fiestas que incitaban a la carcajada general. Por ejemplo, el conocido libro La cena de Cipriano (Coena Cypriani), una auténtica parodia de varios personajes de las Sagradas Escrituras. Si bien el escrito tiene, en última instancia, un objetivo moralizante, resulta ser uno de los monumentos satíricos y burlescos de la época medieval.

10. Una princesa vikinga en Castilla

En el siglo XIII, los reinos escandinavos estaban abriendo sus miras diplomáticas hacia Europa. Con el objetivo de establecer una alianza política, el rey de Noruega pactó el matrimonio de su hija Cristina con Felipe de Castilla, que además en aquellas fechas era candidato al trono del Sacro Imperio. Así, la joven noruega emprendió viaje en el verano de 1257.

Cristina y Felipe se casaron un año después, y se establecieron en Sevilla. Cuenta la leyenda que la princesa languidecía de añoranza y que no se adaptó a las tierras hispanas. Tanto si fue por melancolía o por una enfermedad, lo cierto es que Cristina murió en 1262, con veintiocho años.

11. Los beaterios o beguinarios

Es posible encontrar antiguos beaterios, sobre todo en la región de Flandes. Su origen está en las llamadas beguinas, mujeres que vivían en comunidad sin profesar votos en ninguna orden religiosa y que dedicaban su vida a la oración, la contemplación y las obras de caridad. Se financiaban vendiendo el fruto de su trabajo, como productos del huerto o artesanías.

Durante la Edad Media se popularizaron los recintos donde las mujeres que lo desearan se recluían. Solo debían hacer voto de castidad, y podían abandonarlo cuando quisieran para casarse. Estas casas representaban un auténtico refugio para las viudas y las mujeres desamparadas que, de otra manera, habrían caído quizá en el pozo de la prostitución.

12. Precursora del feminismo moderno

En el siglo XIII se publicó el Roman de la Rose, una novela que versa sobre el amor. Algunas de sus partes, sobre todo las que añadió más tarde Jean de Meung, eran eminentemente misóginas, en línea con las ideas imperantes acerca de la supuesta inferioridad femenina.

Christine de Pizan era una joven de origen veneciano que se había visto obligada a escribir para ganarse la vida, ya que con solo veinticinco años se había quedado viuda con dos hijos a su cargo. Fuertemente impresionada por las palabras misóginas de Meung, y harta de las vejaciones continuas que recibía su sexo, escribió la La ciudad de las Damas, un texto alegórico inspirado en La ciudad de Dios de San Agustín donde la escritora defiende a la mujer como una igual al hombre. La obra, así como su autora, han sido consideradas como precedentes del feminismo moderno.

13. Leyes para los burdeles

La Edad Media exhibió una asombrosa tolerancia a la prostitución, que llegó a considerar un “mal necesario”, especialmente durante los últimos siglos del periodo. Las autoridades establecieron, pues, una serie de leyes que pretendían controlar en la medida de lo posible la prostitución en las ciudades.

Por ejemplo, en el Montpellier del siglo XIII la actividad se permitía solo en una de las calles de la ciudad, pero no en el exterior, sino dentro de los burdeles “oficiales”. A menudo, se señalaban estos locales con elementos de la fachada; es el caso de los burdeles de Barcelona, con famosas las “carasses”, las caras que adornan sus esquinas.

14. Se funda la Inquisición

Otro dato erróneo que se tiene sobre la Edad Media es que la Inquisición estuvo presente durante todo el periodo. De nuevo, nada más lejos de la verdad.

El Santo Oficio no se instauró hasta 1184, con motivo de la cruzada albigense o cruzada contra los cátaros, una herejía de origen oriental que había echado fuertemente raíces en el sur de lo que ahora es Francia. La herejía resultaba peligrosa en tanto que cuestionaba las bases de la sociedad medieval; por ello, el papado exhortó a los señores de Francia a una cruzada contra los albigenses, que se saldó con la total exterminación de la doctrina y la anexión del Languedoc al reino de Francia.

15. La mesa se “ponía”

Quizá alguna vez te has preguntado de dónde viene la expresión “poner la mesa”. En la Edad Media, muy pocos muebles estaban fijos en su lugar; la mayoría eran portátiles y se iban moviendo según las necesidades. La mayoría de mesas no eran otra cosa que una tabla de madera y varios caballetes, dependiendo de los comensales que se sentaran a comer. Así, solo se instalaba cuando era la hora de la comida, y cuando se terminaba, se “quitaba la mesa”.

16. El mítico “derecho de pernada”

Especialmente famoso gracias a las películas y a las novelas, el derecho de pernada medieval o ius primae noctis (uso de la primera noche) es solo eso, una fábula. Al menos, los historiadores no han encontrado documentación fehaciente de que semejante derecho existiera.

Cabe pensar que, si la pernada fuera un derecho legal, habrían quedado documentos por escrito, más teniendo en cuenta que los medievales lo transcribían absolutamente todo. La confusión puede venir de la obligación del siervo a pedir permiso a su señor para casarse, y de aportar un tributo económico para este fin.

  • García de Cortázar, J.A.; Sesma Muñoz, J.A. (2008). Manual de Historia Medieval, Alianza Editorial.
  • García Herrero, M.C. (1996). El mundo de la prostitución en las ciudades bajomedievales, publicado en Marginales y marginados en la época medieval. Cuadernos del CEMYR, núm. 4.
  • Pagani, G. Cristina de Noruega, entrada de la Real Academia de la Historia.
  • Pizan, C. (2022). La ciudad de las damas, Siruela
  • Santoja, P. (2006). Mujeres religiosas: beatas y beguinas en la Edad Media. Textos satíricos y misóginos, dentro de Revista de Historia Medieval, núm 14.

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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