La ruptura y el divorcio son dos fenómenos estrechamente vinculados que tienen que ver con el fin de una relación de pareja. Cuando un noviazgo o un matrimonio entra en un estado de crisis y una o ambas personas involucradas deciden no tener pareja, es común que surja una experiencia de duelo psicológico acusado por el sentimiento de pérdida. Del mismo modo, regresar al estilo de ida de la soltería es una vivencia complicada que puede ir de la mano de problemas de autoestima y vergüenza ante familiares y amigos.
Aunque por norma general la mayoría de personas prefieren evitar llegar al punto en el que hay que separarse o divorciarse, llegando a ir a terapia de pareja para tratar de arreglar la relación, en otros casos este desenlace es vivido con alivio o incluso alegría: todo depende de la situación, las vivencias por las que pasa cada uno, y la personalidad de los involucrados. En cualquier caso, son muchos quienes acuden a psicoterapia para personas separadas o divorciadas.
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